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miércoles, 1 de mayo de 2013





 IMAGEN Y MEMORIA


 De las imágenes que forman parte de la historia nacional, las que aparecen en el libro La Violencia, escrito por Orlando Fals Borda y monseñor Gemán Guzmán, registran con realismo extremo  la crueldad y la sevicia de las luchas fratricidas que  ensangrentaron a   Colombia entre 1948 y 1962. Volquetas repletas de cadáveres, ejecuciones, bandoleros posando ante la cámara,  deudos adoloridos ante las  pérdidas de sus seres queridos. Testimonio implacable del desangre que por siglos ha acompañado la historia patria.

Hace algunos años, el Fondo de Cultura Económica exhibió en el Centro cultural Gracía Márquez las fotografías de un artista mexicano, en las que sobresalía el tema de la muerte: comidas, adornos, celebraciones en torno a los difuntos. Todas en blanco y negro, ofrecían una mirada sobre prácticas culturales que reflejan los procesos de construcción y afirmación de identidades nacionales.

Las imágenes fotográficas poseen la propiedad de capturar un instante con arraigo en la historia personal o colectiva de las comunidades. La foto de la niña que huye desnuda de los bombardeos con napalm en Vietnam se ha quedado fijada en nuestra memoria como símbolo de la   infamia del poder imperial norteamericano.

Cada uno de nosostros conserva las imágenes de momentos y de los seres que han logrado conmovernos a través del tiempo. Aquella foto de la fiesta de quince años, el primer viaje a la Costa, la boda, el paseo,  el hijo, la hija, las rumbas y celebraciones.Ciertos registros conservan el encanto y nos devuelven alegrías pretéritas y permanecen por siempre en nuestra memoria.

A propósito de la literatura infantil, Ivar Da Coll, el notable ilustrador autor de Chiguiro, comenta:
los monstruos están permentemente en nuestra vida-dice Da Coll- se manifiestan con distintas formas: unas veces pertenenecen a lo imaginativo y otras son equivalentes a monstruosidades que se dan en la realidad...La ilustración de una fila de desplazados sin final, mamás cargando a sus hijos, hombres cargando colchones al hombro y niños con tapas de ollas en la mano mientras una especie de aparición los obliga  a salir del pueblo, quedará sin duda en el registro de las mas impactantes de la literatura infantil de Colombia".


Existe una paradoja entre el instante registrado por la cámara y el hecho como tal. La lente registra un detalle de una acontecimiento  que, con el paso de tiempo, pertenece a la historia. Al mirar la foto, el pasado se actualiza en el fragmento plasmado, y nuevas lecturas e interpretaciones aparecen. Y al igual que la historia, la foto se llena de la  carga del pasado y la memoria reconoce que aquello fijado en la cámara no forma parte del presente. Esos trajes que nos parecen ridículos, los bigotes y patillas que causan risa, los artefactos tan anticuados. No obstante, sentimos que en cada foto hay una narración actual, vigente.


Mirar los álbumes, observar  en el computador las fotos son ejercicios de revisión del paso del tiempo. ¡Cómo éramos de delgados! ¡Aquella joven sonriente por la que suspirábamos está hoy hecha una matrona con su carga de arrugas-y sabiduría-! 


Las redes sociales les han asignado nuevos atributos a las fotos. De ser registros de eventos para solaz del recuerdo, aquellas se han convertido en pasaportes de la representación social. Una obsesión recorre a los cibernautas: obtener la aprobación de los usuarios por medio de un click. Carecer de amigos en la red, sufrir la zozobra de no recibir numerosos  "me gusta" forman parte del inventario de torturas contemporáneas. También constituyen el gancho para entablar relaciones de amistad y de amor, tan difíciles a ratos en la interacción real.


Al tomar una foto vieja se observa el deterioro del paso del tiempo. Amarillenta, descolorida, con pliegues que deforman la imagen. Quien la observa, es otro. Igual que a esa foto, las marcas del tiempo le han imprimido un nuevo rostro, otra personalidad. Observar una foto significa  adentrarse en el recuerdo y la introspección.

Ciruelos en la noche:
si más me alejo
más vuelvo a mirarlos.
(Tomiyasu Fusel)

1 comentario:

  1. Buen texto, Lic., es impresionante la foto del niño, quién si mal no recuerdo, sobrevivió.

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