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sábado, 27 de noviembre de 2021



TIENDAS TELARAÑAS DE AFECTO

 Karla y James Murray " salen a diario cámara en mano a la captura de negocios de barrio con encanto e historia, con escaparates dignos de figurar en lo que acabó siendo una exitosa saga de libros: Store Front: The Disappearing Face of New York", nos cuenta Mateo Sancho Cardel en El País Semanal: 

Empezaron tomando instantáneas de grafitis, pero con la persecución y casi desaparición del género se dieron cuenta de que los letreros de algunos negocios, como el ultramarinos Ralph’s del número 95 de la calle Chambers o el restaurante de pastrami Carnegie Deli, en el 854 de la Séptima Avenida, eran también dignos de ser considerados arte urbano. “Empezamos sintiendo una mera admiración visual y, además, como no teníamos dinero, fotografiábamos solo aquello que era gratis: el escaparate”, explica James. “Luego descubrimos que los dueños y los empleados de esos locales tenían historias más interesantes que sus propias vitrinas”, añade Karla. 


En el fragoso mundo citadino, los locales perviven, cambian y desaparecen por las dinámicas económicas, ajenas e insensibles a los lazos que se tejen en las comunidades. Lugares donde los vecinos comparten sus historias, en los que se realizan muestras de solidaridad, se suceden historias de amor y erotismo y en los que los chismes son la forma como se construyen los relatos cohesionadores y los  imaginarios de un grupo son reemplazados por la avidez de empresarios dispuestos a apoderarse de lugares para ofrecerlos a personas con alto poder adquisitivo. 

Imagino una historia de Guaduas a partir de negocios cuya finalidad, aparte de la económica, consistiría  en ofrecer un lugar de encuentro a los moradores de la cuadra , del barrio, del centro, de la vereda. Las tiendas y negocios como germen del tejido social. Una tienda, por ejemplo, es sitio de reportería, jugado de familia, espacio de recreación y goce, confesionario y mirador público. El Club San Francisco, que durante tantos años dirigió Luis Acosta, era escenario de los mas reñidos desafíos de tejo, rocola sentimental donde aprendíamos a disfrutar de la música mexicana, del tango, de la ´música cubana y, en mi caso, de los boleros de Benny Moré. Hoy funciona allí una iglesia cristiana. 

La Heladería El Puntalito, de Arnulfa Niño, es la tienda-junto con la de la señora Gladys- en la que hacemos vida los vecinos del lugar. Recuerdo haber visto a un señor, protestando desesperado porque un día no abrían la tienda a la hora acostumbrada.  Moró allí un grupo de veteranos curtidos en las artes de las bromas, la cerveza y los comentarios picantes, que varios días a la semana armaban su cambuche  para rememorar hechos, comentar los últimos acontecimientos y suspirar al paso de mujeres provocativas. Allí me senté muchas veces a disfrutar la música interpretada por Luis Rodríguez, el Mocho Benjamín, Adriano Madariaga, Olivo tinoco, Miguel Hernández y otros, caudal de memoria musical de Colombia y de América latina, llevada a su máxima potencia por las lenguas picantes 



Pasan los días y los vientos anuncian la llegada de novedades. Hoy, se ha llenado mi pueblo de negocios inimaginables hace 20 años: restaurantes especializados en comida japonesa, peruana, mexicana, italiana. Cafeterías de "nueva generación", como Aliarte, ofrecen café procesado en máquinas que le otorgan  el sabor agarrador que nos hace asistir todos los días a degustarlo. Está pronta a abrir una bar cafetería  que ofrecerá cerveza artesanal. Los lugares en los que nos alejamos de la tiranía del trabajo, de las imposiciones sociales constituyen lugares de resistencia en los que alimentamos la ternura, la calidez, el erotismo.

Las nuevas generaciones, al igual que las generaciones pasadas, irán elaborando su álbum emotivo de lugares entrañables., o mejor, de personas que hacen de esos lugares un punto de encuentro para solaz del cuerpo y el corazón. 

Que nunca falten lugares de encuentro donde se afianzan las raíces y se eleva al cielo el follaje.



sábado, 13 de noviembre de 2021

 



DE BARRIGAS Y AÑOS

" Barrigona" es palabra ofensiva en los comentarios acerca de la figura femenina. No sucede igual con "barrigón", circunstancia  ajena al ego de  los varones. ¿Acaso no hemos visto en la playa a señores con barriga super king acariciarla con fruición y orgullo?  "Catana y catano", en cambio,  son igualitarias pues con estas palabras se nombra en Colombia a los viejos.

Cuando Kate Winslet recibió el póster promocional de Mare of Easttown, lo mandó dos veces de vuelta porque le pareció que estaba demasiado retocado. “Vamos, chicos, sé cuántas patas de gallo tengo”. De la misma manera, tras ver junto con Craig Zobel, el director de la serie de HBO, la escena de sexo que mantiene con Guy Pearce, respondió con un “no te atrevas” a la intención de aquel de retocar digitalmente su barriga, una barriga que este año también luce esplendorosa en las secuencias de sexo junto a Saoirse Ronan en Ammonite, su anterior estreno. Así se lo contó a The New York Times en una entrevista esta semana(PALOMA RANDO,"KATE WINSLET Y LA POLÉMICA DE SU  BARRIGA O LA ENÉSIMA PRUEBA DE UNA AUTOESTIMA IRROMPLIBLE", domingo 6 de junio de 2021, EL PAÍS).



En el país de las cirugías y la eterna juventud, actitudes como la de Winslet desentonan. Culos y tetas, labios y nariz son objetos para ser acomodados al gusto de la demanda masculina, sazonada con el aire traqueto que tanto nos deslumbra. Sin embargo, un vistazo a cualquier calle de Colombia nos  arroja una colección de cuerpos distantes de los modelos impuestos en los medios y en los imaginarios de los que sueñan con parecerse a las figuras de carátulas de revistas de modas. 

En Colombia, una mujer abanderada de los derechos a envejecer sin retoques es Margarita Rosa de Francisco. Ella ha dicho repetidas veces que no tiene que ocultar el inevitable paso del tiempo en su figura.  Hace poco leí que las mujeres nigerianas se tiñen el cabello  de negro cuando empiezan a aparecer las canas. Los hombres se rapan la cabeza, así que el paisaje humano semeja una ola negra avanzando sobre el resplandor de playas de arena brillante.



Mas allá de las vanidades y deseos, la vejez es vista  como una desgracia y no hay duda de que en cierta forma lo es. El deterioro físico, las enfermedades , la pérdida de funciones vitales, el pesimismo, el escepticismo  y la cercanía de la muerte hacen de esta época un territorio en constante agitación. Así que las multinacionales de la belleza y la salud han creado un universo paralelo en el que abundan las ofertas para una larga vida, un bienestar que nos retorna a las épocas doradas de la adolescencia y la juventud. 

Existen consolaciones: como no es posible arrojarse desde un peñasco al río de aguas embravecidas, correr una maratón, pasar noche y madrugada en una farra, atracarse con una comida repleta de sabores y grasa, arrojarse a la arena de encuentros eróticos desmedidos, evitamos accidentes y vergüenzas, osos y fracturas. Mejor,  con una cerveza en la mano, mirar discurrir el mundo agitado, palpar con delicadeza el misterio que entraña una sonrisa, gozar de las risas y los juegos de los niños,  recorrer sin angustia los senderos de tiempos idos, arriesgarse a emprender las travesías inagotables que nos ofrecen los libros, disfrutar la calidez de una jornada en compañía de los seres queridos y pensar, con Buda, que la felicidad  son esos momentos con sabor a eternidad.



sábado, 6 de noviembre de 2021

 


CORRIENTES DE AGUA Y MEMORIA

Los ríos son memoria, puentes húmedos que conectan no solo tramos y zonas sino sentimientos, emociones, tradiciones. Las historias personales y sociales de personas y regiones del planeta están vinculadas con el flujo constante de las fuentes de agua. El Ganges es el río eterno de la India, sin el Támesis no es posible explicar a Londres, el Nilo es el sustento espiritual y material de diversas naciones de África y el Magdalena es la artería fluvial  que permitió la construcción de la nación colombiana.



Cuenta Wade Davis en una charla en Banrep cultural que una vez conversó con un habitante de la Mojana, donde había ocurrido una masacre por parte de los paramilitares, y un periodista le preguntó al hombre: ¿Qué le piden ustedes al estado? Y el hombre sin dudar dijo: casas nuevas, porque nos las quemaron todas. el periodista anotaba en su libreta las respuestas y el hombre le dijo. Espera, casas no, queremos que nos ayuden a limpiar al ciénaga, a hacerla mas pura para poder pescar. El periodista volvió a anotar la respuesta y el hombre lo interrumpió: espera, no. Lo que necesitamos es que limpien el río Magdalena, que es la fuente de nuestras vidas. 

En un calendario de 24 horas, la historia de la humanidad ocupa solo un segundo del mismo. Nuestra historia es un chispazo de luz, pero qué chispazo. La especie Homo Sapiens ha transformado de tal manera el planeta, que nuestra existencia está en peligro por el deterioro sistemático del medio ambiente. Ojalá que ese pequeño resplandor ilumine nuestras conciencias y nos permita establecer relaciones armónicas con el resto de la naturaleza.


En el casco urbano de Guaduas, muchas generaciones realizamos nuestros aprendizajes esenciales en el río San Francisco. Allí aprendimos a nadar, a preparar el sancocho, a espiar a las chicas mientras se ponían sus trajes de baño. Fue allí donde surgieron los primeros encuentros amorosos, donde se resolvieron a puños los líos inevitables de la niñez y la adolescencia y se tejieron los relatos fantásticos  que ayudaron a construir nuestros imaginarios, en un ambiente adornado  por el verde y las montañas.  Igual que este río, otras corrientes han sido el bálsamo de sueños de infancia, de goces adolescentes, de sosiego adulto.

Otros cauces, igual, fueron asiento de historias de vida. Allí, en aquel riachuelo azul se vivieron  horas de ternura y pasión. Allí, en esa quebrada honda , se aspiró el aire dulce del monte mientras los cuerpos vibraban acompasados por el dulce canto de la corriente de agua. Allí. 


En la geografía del erotismo  resaltan las corrientes de agua cómplices de encuentros amorosos, arropados los amantes por los pastos y malezas cómplices, en medio de la exuberancia del monte. 

Las reivindicaciones verdaderas demandan la atención y el cuidado de nuestro ambiente. Nada somos sin el agua.