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sábado, 5 de marzo de 2016


HIJAS DEL SAMURAI

En la primera imagen, cinco jovencitas, entre 7 y 11 años, miran desde la cubierta del barco la bahìa de Yokohama. Por orden del emperador, viajan a Amèrica a estudiar y aprender las costumbres de la naciòn joven y pròspera, con el fin de regresar de nuevo a enseñar a las mujeres japonesas la manera como las  mujeres americanas se desenvuelven en su vida familiar. El temor  ante el reto, los recuerdos y apegos con su paìs, su regiòn, su familia. Es el año de 1871.


La segunda imagen: noviembre de 1882. Dos jòvenes, Sutematsu y Ume, observan emocionadas las costas de Yokohama desde el barco que las ha traìdo de nuevo a Japòn. Han transcurrido 11 años, y las niñas que partieron un dìa regresan convertidas en mujeres educadas en los Estados Unidos. 


Partir y regresar. Dos movimientos en apariencia sencillos. Se deja un paìs, se viaja a otro y al cabo de una dècada, el regreso. ¿Què sucediò  en el entretiempo? Janice P. Nimura dedicò un buen nùmero de años a investigar lo que sucediò con cinco jovencitas enviadas en misiòn oficial a estudiar a Estados Unidos, con la finalidad de convertirse en educadoras de las nuevas generaciones de niñas y jòvenes del Japòn. DAUGHTERS OF THE SAMURAI. A JOURNEY FROM EAST TO WEST AND BACK-Hijas del samurai. Un viaje de Oriente a Occidente y regreso-.


El periodo Edo, que comprende desde 1603 hasta 1867, fue dominado por el clan Tokugawa. El poder real residìa en el Shogun, un dictador que ejercía el control de cientos de Daimyas (terratenientes regionales),  diseminados por todo Japòn. En 1867, el emperador Komei fue reemplazado por su hijo Mutsuhito y fue declarado emperador Meiji(1868-1912). A partir de ese momento, inicia Japòn su apertura con el mundo, clausurando una polìtica orientada a mantener cerradas las fronteras a los pueblos que anhelaban comerciar con Japòn.


Las grandes transformaciones sociales se entienden mejor con las pequeñas historias particulares. Cinco jovencitas- de las cuales solo tres lograron su cometido-,  apartadas de sus mundos medievales, con valores confucionistas y la ètica samurai, se convierten en las precursoras de la avanzada del progreso. Durante 10 años conviven con familias cristianas, estudian en colegios y universidades de èlite, aprenden a vivir al estilo norteamericano, asumen el inglés como su lengua de comunicación y sueñan con regresar a Japón a influir en la vida de jóvenes  apegadas a tradiciones que desdeñan a la mujer.


¿Qué significa regresar despuès de 10 años, durante los cuales se ha realizado un proceso de aculturaciòn que las hace sentir mas occidentales que japonesas? ¿Còmo reaccionarán sus familiares y amigos? ¿Cuál será su situación familiar, laboral y afectiva en un Japón que tampoco es el mismo que conocieron en su infancia?



De la fiebre por "occidentalizar " a Japòn se ha pasado a un retorno a los valores "japoneses", lo que
significa que los sueños de estas jòvenes por atraer a las mujeres japonesas hacia  los valores norteamericanos se ven opacados  por  el ruido de voces clamando por un Japòn imperial. Sutematsu y Shige, para sorpresa de Ume, se casan con funcionarios de alto rango de Japòn. Ume regresa a Amèrica y estudia biologìa, aprende nuevas metodologìas para la enseñanza y vive otra vez la experiencia de compartir con mujeres cuyos objetivos no pasan por el hogar y la crianza de hijos. De nuevo en Japón (1892), considera que la misión encomendada por el emperador hace  ya 20 años, reeducar a la mujer japonesa para que se convierta en madre y esposa moderna, está todavía sin cumplir y ella, Ume, es la persona indicada para lograrlo.



En 1894, Japòn declara la guerra a Corea. El general Oyama, esposo de Sutematsu, es el encargado de dirigir las tropas japonesas. Sutematsu lidera a un grupo de mujeres de la èlite con el fin de recaudar fondos para el ejèrcito. El esposo de Shige, , es almirante y permanece ausente de su hogar. Se vive la euforia de la victoria, pues Japòn ha derrotado a China y emerge como nueva potencia militar. El sentimiento patriòtico destierra el interès en los valores extranjeros y Sutematsu es vista como una mala influencia para las mujeres japonesas.


Llega la primera guerra mundial, las tres mujeres continùan su empeño de abrir instituciones educativas al servicio de la mujer japonesa.  En sus encuentros, no son los logros alcanzados lo que las entretiene. En cambio, el primer viaje, el que las arrancò de su Japòn y las condujo a un paìs extraño, pervive con la frescura de aquel momento, ùnico, irrepetible.

Pasan los años, llega la vejez. En sus corazones permanece vivo el espìritu samurai. La tarea asignada por el emperador ha sido cumplida. Ellas saben que el viaje fue un recorrido fìsico y espiritual,  que la vida de los seres humanos depende en parte de los deseos propios y de  las contradicciones  sociales que rompen a su antojo  los caprichos y deseos de cada individuo. 





Pisa las nubes, 
sube la niebla;
la alondra remontàndose.
(SHIKI)