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sábado, 24 de abril de 2021

 


LIBRO DE BUEN AMOR 

Mónica Acebedo escribió una agradable reseña sobre el "Libro de buen amor" de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita. Escrito entre 1330 y 1343, "Juan Ruiz presenta una temática entre lo erótico, lo cómico y lo sagrado, que aparentemente tiene como intención distinguir entre el buen amor y el mal amor, pero al mismo tiempo rezuma diversos temas de crítica social, moral, política y religiosa"(Historia de la literatura: Libro de buen amor, El Espectador):

Dice en su libro El Arcipestre:

Como dice Aristóteles, cosa es verdadera

el mundo por dos cosas trabaja: la primera,

por aver mantenencia; la otra era

por aver juntamiento con fembra plasentera.



De acuerdo, don Juan Ruiz. Esta vida que nos exige entrega total al trabajo, búsqueda diaria del sustento, saltar matones para lograr el equilibrio precario, ritual obligado que define el ser. Lo segundo, el llamada de la carne, ese gusto ineludible por el placer, puesto en masculino en la estrofa, sentido y practicado en todos los géneros.

Diría, respetando la sabiduría del Arcipestre, que algo bueno hemos ganado en estos tiempos y es la mirada diferente acerca de lo que significa encontrarle sentido a nuestra existencia: en la convivencia placentera con la naturaleza, en la exploración de todas las formas artísticas, en el cuestionamiento a modelos de vida basados en el consumo. Por supuesto que la estrofa no miente. Un filósofo habla de la esclavitud voluntaria por las nuevas leyes del mercado y el sexo se toma la pasarela marcando el paso de la existencia.


sábado, 17 de abril de 2021






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MIS PALABRAS FAVORITAS 

Todos tenemos un listado de palabras que son nuestras preferidas y que van cambiando a medida que transcurre el  periplo existencial.  Voy a compartir algunas con la intención de que cada uno realice el mismo ejercicio y componga su glosario de voces favoritas.

Una de la cual he hecho una enseña: "serendipia". Dice el Diccionario de la Real Academia  que es "hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual". Aquí la definición omite algo importante: es la predisposición de ánimo, la actitud dispuesta para encontrar hallazgos valiosos. Así que cada vez que me desplazo por algún lugar o recorro las páginas de un libro o revista, me deleito con una película o escucho a alguien relatar sus historias afino mi radar con la seguridad de descubrir cuestiones fascinantes.




Otra palabra que me agrada es "conexión": La capacidad de vincular hechos, datos, relatos, imágenes, sonidos  aparentemente inconexos. Una virtud tan actual, al estilo de las conexiones en red.

"Silencio" es otra  de mis favoritas. "Al silencio le encanta desplegarse en soledad.  Por soledad se entiende esa sensación de estar ligado  a uno mismo. De tener la latitud, el espacio y el tiempo suficientes para estar conectado con la intimidad mas dulce", nos dice Kamkio Tanner, monja budista (Arcadia).


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"Caminata" expresa mi deleite con los recorridos por senderos llenos del verdor de los campos de Guaduas y de tantos lugares de mi país. Digo caminata y surgen los paisajes imborrables de escenarios  como el mar, el desierto, la montaña.

No puedo dejar sin nombrar al ejercicio mas enriquecedor del compartir: "conversación". Flujo incesante de relatos, elaboraciones mentales convertidas en sonidos para gusto del espíritu.




"Literatura y ensayos". Dos palabras que describen una de mis pasiones infaltables en mi existencia. Este año ha sido  bueno,  con una cosecha impresionante de autores locales y del mundo.

Una palabra que se cuela siempre en mi cotidianidad: "aprender". Allí en donde habita la curiosidad incesante.  Siempre algo nuevo por  descubrir.


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Ya se coló pero la nombro de nuevo: "soledad". En mi caso, acompañada. Esos momentos únicos en los que la mente discurre sin prisa y observa y evalúa o simplemente vaga sin metas. Por fin logré comprenderla y hacerla mi compañera de a ratos.

Llegó y se apropió de mi vida sin pedir permiso:" vejez". Inseparable, compleja, enrevesada, me señala los nuevos trayectos, me plantea problemas serios, me torna menos ansioso y me enseña a aceptar lo efímero de la existencia y la eternidad que bulle en cada instante.




La última: " asombro". La pócima mágica, la dosis personal de entusiasmo, alegría y descubrimiento. Siempre habrá algo nuevo y de cada palabra desconocida brotan semillas para sembrar la existencia.

En mi cabeza, otras pugnan por salir.













sábado, 10 de abril de 2021




NOMBRES Y MOMENTOS   

Federico Díaz -Granados le pregunta a Ida Vitale, la gran poeta uruguaya:


- Su vida, al igual que su poesía, están marcadas por exilios, retornos y desprendimientos. ¿Cómo atrapa su memoria esos lugares entrañables y perdidos?

Ida Vitale: como corresponde  a mi edad, todo empieza a entrar en una nebulosa, y claro está que a veces aparecen nombres que alguien me recuerda y me sobresalto porque siempre vienen unidos a un momento...(Ida Vitale, el brillo de una poeta, El Tiempo).






La memoria es la guardiana de la vida. Hace lo posible por atesorar los recuerdos de la vida pasada y se enreda, a medida que el ser humano envejece. Aun así, ella posee la facultad indiscutible de servir de registro del paso de la existencia humana. Argos, el perro de Ulises, desfallece día a día ante el desprecio de los pretendientes de Penélope:" Tullido y casi ciego, reconoce, luego de veinte años, a su amo. "Su corazón enfermo palpita por última vez: no sabemos si feliz por haber encontrado de nuevo a Ulises, o melancólico por no poder ya reunirse  con él, perro Argos, con el último enderezo de sus orejas, entrega su alma sensitiva al destino de la negra muerte y la ker fatídica" (El Jardín de los clásicos).


La conexión entre nombres y momentos es inseparable. Las acciones humanas se realizan en un escenario con actores, situaciones y peripecias enmarcadas en el tiempo. Los nombres constituyen la marca indeleble de los actos, el registro de por vida de momentos memorables, gozosos, trascendentales, tristes e inocuos. En María , de Jorge Isaacs, Efraín rinde tributo a su memoria: "Al dar la vuelta a un grupo de corpulentos tamarindos,  quedé en frente de un pedestal blanco y manchado por las lluvias, sobre el cual se elevaba una cruz de hierro. Acerquéme. En una plancha negra que las adormideras ocultaban ya, empecé a leer: María...".



Los amores nos desgranan sus flores memoriosas, los instantes del encuentro, la voz dulce y la caricia suave,  siempre asociados a un nombre cargado de emoción. Todos guardamos en el cofre memorioso el nombre , los nombres de aquellas y aquellos que nos brindaron la experiencia singular del amor, el erotismo, las rabias,  el desamor y la pena.

De mi repertorio digo: Macondo y son los años setenta, fragorosos, utópicos. Digo Guaduas y el aire huele a montaña, a río, a calles empedradas, a tejados, a familia,  a amigos de la infancia dispuestos a dejar el corazón en un partido de fútbol en alguna calle, a las escuelas y los colegios, al amor y la ternura. Digo Río magdalena y aparece la isla de Corea, el diseño sinuoso de una corriente que baña el paisaje de tierra caliente, el vuelo  de las garzas, las montañas que se observan en los espejos oscuros del río, los poblados a su lado, mujeres y hombres arreglando bocachicos, nicuros y capaces.


¿Y qué decir de Marguerite Yourcenar y su novela Memorias de Adriano? Ella me mostró la complejidad del poder, las trampas de la vejez y el destino ineludible de los mortales. Ana Rosa y Celedonia, lo mas entrañable y memorable en mi corazón, las lavadas de ropa en el río, la hechura de coronas para los muertos, el naipe, la suerte y el destino en la baraja, el estoicismo, el sacrificio y el amor permanentes por su familia, la alegría a pesar de tantas carencias.

Son los momentos, los nombres, los lugares. Los que pintan nuestras vidas, los que escriben las historias de vida de seres condenados a vagar  por el mundo.



sábado, 3 de abril de 2021


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ELOGIO DEL  IDIOMA

Me dio la oportunidad de iniciarme en el ámbito de la educación como profesor, hace ya un buen número de años.  De complexión recia, calvo, voz tronante y actitud dominante, ejerció la rectoría del colegio Parroquial La Consolata  de Guaduas. Fue don Pablo María Castro autor de varios libros de enseñanza de la legua española y un buen conocedor de la literatura colombiana y española.  Su excelente conocimiento de la gramática-dominaba al derecho y al revés la gramática de Bello, la de la RAE- le permitió ser el cancerbero del buen uso del idioma en épocas en que la gramática, la moral  y la política iban de la mano. Tenía, además, el don de la palabra hablada, con una prosa refinada y clasista, admirada por sirios y troyanos e imposible de imitar, pues don Pablo dominaba la retórica y la dialéctica con mucha propiedad. ¡Ah,  épocas aquellas de rígida estructura social en la que una de las maneras de mostrar la clase se lograba por medio del dominio de la gramática!

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Vivimos otros tiempos, mas sueltos. La Academia de la lengua Española, la que "fija y da esplendor" se sostiene y mantiene una actitud vigilante, a ritmo de tortuga, en épocas de internet. Todavía autorizan   términos y expresiones que durante mucho tiempo y sin su permiso, han formado parte de la existencia de la cotidianidad lingüística de comunidades hispanohablantes.  La promiscuidad lingüística es la norma de los pueblos; la castidad,  la de la academia.

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En tiempos de internet y redes sociales, el idioma sufre transformaciones  amplias. De receptores nos transformamos en activos emisores y pululan millones de opiniones,  en contextos en los que todos comparten las mismas ideas. Términos y expresiones por lo general de origen inglés dan sentido a los mensajes que por millones se mueven en la red y nuevas maneras de comunicar-iconos, símbolos, combinación de los mismos con palabras- plantean alfabetos cuya autoridad es horizontal y no requiere de aprobación de ninguna clase.

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A mí me encantan las cofradías en las que la palabra mantiene su carácter arrobador. Blogs, páginas de literatura, cocina, música, arte, deportes, salud y todas las manifestaciones posibles hechas con el gusto y el encanto de la belleza artesanal de la lengua. Y por sobre todo, la conversación en el café, el bar, la calle, el hogar, la escuela, la oficina.

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En este mundo tan interconectado y sujeto a la libertad vigilada de las redes sociales, la palabra irreverente abre perspectivas que nos alejan de la rutina mediática. Escuchar las narraciones de  héroes populares, inadvertidos por el ruido de las estrellas de la farándula; fascinarse con los discursos contundentes de jóvenes encarretados con la ciencia, perderse en las narraciones seductoras  de amores, desencuentros, crónicas familiares, viajes, locuras. Y el complemento necesario e inevitable: la lectura y la escritura, el debate y la imaginación sin los cuales no es posible enriquecer nuestras miradas y alcanzar niveles elevados de riqueza verbal, creatividad y rigor.
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Sin ciencia ni cultura, la lengua se empobrece.