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martes, 20 de septiembre de 2011



CHISMES EN LA RED

Hace poco me llamó la atención una noticia difundida por la televisión: en un pueblo de la Costa Caribe aparecieron en sitios públicos pasquines en los que se nombraban con nombre propio a mujeres acusándolas de engañar a sus maridos. Hubo golpes, amenazas, separaciones, éxodos. No sé qué habrá sucedido luego del tsunami de papel que inundó la vida estas de familias, lo único cierto es que las cosas no volverán a ser lo mismo.

Hoy, 20 de septiembre, me sorprendió un artículo en el New York Times, titulado"En pueblos pequeños, el chisme se mueve en la red y se torna despiadado", por A.G. Solzberger. Se cuenta allí cómo "...últimamente más personas de esta población marginal de 5000 habitantes han dejado de compartir las últimas noticias y rumores mientras saborean un café y se han cambiado al Foro de Grove Mountain, de una red social llamada Topix, donde se escriben y se leen alarmantes posts negativos de unos sobre otros, amparados por el anonimato".

El chisme, ese aperitivo que despierta el apetito por los manjares de la existencia de nuestros vecinos, juega un papel fundamental en la vida de las comunidades. Nada más provocativo que el momento en que alguien, con sonrisa de satisfacción, suelta una historia colorida de alguien a quien conocemos. Y una corriente importante de historiadores ha encontrado en el chisme una cantera inagotable para comprender los valores y contravalores de una sociedad en un tiempo determinado.

Una residente de Grove Mountain manifestó que " en una población pequeña los rumores se quedan para siempre". Y con pasquines o en la red, los asuntos privados se convierten en públicos y producen efectos devastadores en las vidas de las personas. Me parece que se abre paso una tendencia cruel en las sociedades actuales: todos tenemos algo oculto, prohibido, censurable socialmente y factible de ser divulgado en la red. La frontera entre lo público y lo privado se adelgaza y los actos de cualquier persona están ahí para ser utilizados en su contra. La contradicción entre el anhelo de disponer de momentos exclusivos, íntimos se ve amenazado por el afán contemporáneo de hacer visible lo privado. Lo que usted diga, haga o deje de hacer será utilizado en su contra.

Imagino que lo que circula en la red cumple la función de un gran confesionario público en el que los navegantes se despojan de las apariencias y dan rienda suelta a sus compulsiones profundas: el senador norteamericano, casado y con hijos, establece contacto con mujeres y decide mostrarse en calzoncillos, asumiendo que existen fronteras inviolables con respecto a su privacidad; la jovencita que se muestra en ropa interior, la pareja que filma un rato de pasión, el joven que cuelga manifiestos racistas y pronazis antes de disparar un rifle contra jóvenes que asisten a un encuentro en el campo. Internet es el sueño realizado que nos lo permite todo. En esa medida, los niños poseen las mismas oportunidades para explorar lo que deseen. Y los más necesitados de alfabetización en nuevas tecnologías son los adultos. Cuando los adultos van, los niños vienen.

Existe una relación particular entre las formas contemporáneas de la vida y la vedetización de las relaciones sociales. Asumimos la pose para la cámara que todos llevamos incorporada. Contamos nuestras historias en tono de programa de variedades. En esta perspectiva, nuestras existencias son una perpetua puesta en escena que exige ser mostrada, que demanda y suplica ser vista para darle certificado de existencia-el que viene acompañado del certificado de defunción, pues todo es pasajero-.

Dice una residente de Groove Mountain que "en una población pequeña, los rumores se quedan para siempre". En la red, la novedad desconoce lo permanente. El rumor de hoy es reemplazado rápidamente por otro, piraña insaciable que no da abasto a la novedad.Y lo mejor: el anonimato,, esa costumbre tan universal que nos permite tirar la piedra y esconder la mano: "Los mismos sitios web creados como lugares para charlas ingenuas acerca de las noticias y la política locales son también centro de chismes insustanciales, y un creciente resentimiento surge donde los lazos eran fuertes, los recuerdos perdurables y el anonimato, un concepto novedoso".

Hablar de los demás ha sido una práctica tan antigua como la humanidad misma. Con el desarrollo de las nuevas tecnologías se ha ampliado el campo y el impacto de los comentarios y se comprueba una verdad de a puño: Hablar mal de los demás es un placer visceral sin el cual la vida de muchas personas carece de sentido. Y la red, una autopista por donde circula desde lo más sublime hasta lo más rastrero.







1 comentario:

  1. Hace un tiempo decidí cerrar mi cuenta de facebook y lo hice porque sentía invadida mi privacidad. Me sorprendía cuando alguien con quien no hablaba desde hacía mucho tiempo me decía: "vi que estuviste de rumba" y entonces me enteraba que alguien más me había "tagueado" en una foto.

    Desde mi punto de vista, facebook es una especie de mundo paralelo en el que las personas crean su vida soñada: viajes, rumba, diversión, belleza. Pareciera que en facebook lo que no es bello a los ojos de la sociedad contemporánea no tuviera cabida. Mientras las personas publican fotos de su más reciente rumba o algún mensaje diciendo que son las personas más felices del mundo, en su vida real se deprimen, se enferman, se aburren o tienen frustraciones (como es natural en los seres humanos), pero, por supuesto, eso es algo que nadie quiere admitir públicamente. Es paradójico que alguien pueda tener más de mil amigos en su perfil de facebook y, por consiguiente, aparecer como si tuviera una gran vida social, mientras en su vida cotidiana se siente solo.

    El otro día estuve leyendo los resultados de un estudio acerca de los estilos de personalidad y el número de amigos en el perfil de facebook y, curiosamente, los resultados señalaban que las personas más introvertidas eran quienes tenían más amigos. De acuerdo con los autores, esto obedece a que los introvertidos gastan más tiempo frente al computador y, por consiguiente, invierten más tiempo en explorar la red y en establecer contacto virtual con otras personas, lo que constituye un subterfugio para su carencia de habilidades sociales.

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