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domingo, 15 de mayo de 2011



EL DINOSAURIO AHÍ

Noche gélida.Seres primitivos, rodeados de peligros e incertidumbres, temerosos de las fieras que pululan a su alrededor, sometidos a las inclemencias del clima, acosados por las enfermedades y el hambre, buscan protección en las cuevas. Ruidos aterradores impiden el reposo. La noche, al igual que el día, discurre azarosa. Y nosotros, al otro lado de la pantalla o de las páginas que nos narran los infortunios de nuestros antepasados, respiramos tranquilos pues nuestro mundo posee un elemento ajeno a aquellos tiempos: la seguridad que deviene tranquilidad, estabilidad, equilibrio. Eso creemos.

Lo que me gusta del cine y la literatura tiene que ver con la ruptura con lo establecido: personajes atormentados que viven en contravía y cuyas vidas azarosas nos fortalecen en la creencia de que nuestras vidas son normales. Pienso en "EL CIELO PROTECTOR" esa película formidable de seres que exploran al máximo sus vidas y cuyo destino ineludible es el fracaso y la muerte. Curiosa experiencia en la que el espectador se arrellana en su sillón para presenciar una historia en la que la normalidad se despedaza sin miramientos. En CASA TOMADA, de Cortázar, una pareja de hermanos sufre el acoso implacable de los ruidos que sitian su tranquilidad y que poco a poco van ganando los espacios de la casa.

Ferreria Gular, el poeta brasileño escribió:

Una parte de mí
es permanente;
otra parte
se sabe de repente.

una parte de mí
es solo vértigo;
otra parte,
lenguaje.

Vivimos sujetos a la contradicción entre el anhelo de equilibrio permanente y las contingencias que nos asedian a toda hora. Te montas en Trasmilenio y alguien te roba tu billetera o tu celular. Arribas a tu trabajo y una carta de despido te espera en tu escritorio. Partes dichoso a tus vacaciones y un derrumbe en la carretera te obliga a devolverte. Cada día maneja su sorpresa. Igual que un vehículo que circula a cien kilómetros por hora en una autopista, que brinda una sensación de libertad y dominio del espacio hasta que ocurre el accidente.

El invierno- o las lluvias- han convertido a Colombia en una laguna gigantesca. Pocos lugares se han salvado de inundaciones, derrumbes, pérdida de vidas y bienes. Guaduas, por ejemplo, vive en alerta por causa del río San Francisco, que amenaza con avalancha por la tierra y los árboles que se desprenden de las montañas. La incertidumbre nos acompaña, pues no sabemos qué sucederá si continúan las lluvias. Lo que ayer era un territorio libre de peligros naturales ha pasado a ser zona de riesgo.

¿Qué tanto afectarán estos cambios nuestra manera de entender la vida de las sociedades? La contingencia ha entrado a formar parte conciente de nuestras vidas, se ha hecho visible. La naturaleza ha sufrido cambios complejos debido a múltiples factores . Algunas explicaciones fatalistas interpretan lo que ocurre como la antesala del fin del mundo. Se le atribuyen a la naturaleza características humanas, y se piensa que ella se está desquitando por los daños que el hombre le ha ocasionado. Ante las dificultades, se aferra el ser humano al apoyo y el consuelo divinos.

TIBURÓN Y JURASSIC PARK, dos películas que en su momento lograron éxtitos de taquilla, son emblematicas de un nuevo orden mundial. El peligro está ahí, bajo las aguas serenas de un mar vasto.Y el mundo prehistórico traspasa las fronteras del mundo civilizado.Bajo la aparente calma de un mundo organizado, circula el monstruo que desestabiliza las sociedades. El trasatlántico navega temeroso del asalto de unos piratas tercermundistas. Un día tranquilo en un centro comercial se convierte en pesadilla ante el estallido de una bomba.El trabajo es temporal. A la vuelta de la esquina ronda el peligro.

El nuevo orden mundial ha despojado al rey de su traje. El principio de realidad nos enseña que el primer mandamiento es ganar dinero por sobre todas las cosas. Cualquier intento de priorizar el cuidado del medio ambiente y de organizar el mundo con criterios de justicia e igualdad es ridiculizado por el discurso pragmático. El rey anda desnudo. Todos lo vemos. No es necesario fingir. Bush en la política, Berlusconi en el sexo. Ni siquiera la supervivencia de la humanidad puede desplazar el afán de ganancia de las grandes empresas. Solo existen los" daños colaterales " . La esperanza anda en cuidados intensivos.

La Internacional ya no es el himno de los pueblos. Cambalache suena mejor.























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