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miércoles, 27 de marzo de 2013

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 POSTALES

Mi primera impresión de Bogotá la viví una mañana fría en un bus intermunicipal que en aquel entonces depositaba a sus pasajeros en la Jimenez. Personas vestidas de negro y gris, multitudes que a esa hora invadían las calles y parecían ir de prisa. Creo que fui con Ignacio, mi hermano, a comprar el traje para mi primera comunión.Con asombro de niño miraba el tráfico incesante, los hombres con sus sombreros y paraguas, las mujeres con sus vestidos oscuros. Vi también a  muchos enruanados.  Como eran cerca de las siete de la mañana, sonaban las campanas de varias iglesias llamando a misa. Bogotá en aquel entonces -años sesenta-era una postal en  gris.

Alla por los años setenta viví  Bogotá con los lentes que me ofreció la Universidad Nacional. Algo parecido al universo mágico de Avatar, la película, que se convertía en pesadilla con solo salir a la 26 o la 45. Del mundo idealista, ese que sentía que la toma del poder estaba a la vuelta de la esquina, se pasaba a la realidad dolorosa de una sociedad excluyente y sectaria. No era Bogotá una ciudad abierta. Creo que fue por esa época que aparecieron los cines porno, la tv era en blanco y negro, el rock, la salsa y el chucuchucu se disputaban a los jóvenes, y los Pastranas,Betancures, López y demás oligarcas fortalecían el modelo de sociedad polarizada que impera hasta el presente. Un sector de jóvenes formados en la universidad pública palpaba la realidad desde los modelos marxistas, aunque en esencia se vivía de manera provinciana. A la postal de los sesenta se le colaron algunos colores-¿pasteles?-


 Desde finales de los ochenta, Bogotá cambió radicalmente su estilo, se hizo más cosmopolita, y la postal se llenó al fin de colores. La rigidez de las prendas oscuras fue reemplazada por un arcoiris que refleja  la diversidad en todos los ámbitos. Las migraciones forjaron en  Bogotá un ambiente caracterizado por sabores y costumbres  nuevas, y la globalización, y las nuevas tecnologías derribaron  costumbres ancestrales e impusieron  otras.


 Hace poco pasé por la sede del Teatro La Mama, en Chapinero. Me pareció, al ver su fachada,  que el mundo se había detenido allí, Ese aire setentero, la modestia del local, el ambiente de cofradía entre los espectadores  me mostró que nada permanece. De la euforia y el fervor que despertó el teatro comprometido en los setentas se ha pasado a un ambiente más discreto, más de capilla . Hoy, los aplausos se brindan a empresas teatrales cuyo máximo riesgo consiste en  ofrecer obras probadas con éxito en las grandes metrópolis u ofrecer historias llenas de enredos amorosos, con un ligero toque de seudofeminismo y liberación sexual.


Alejo Carpentier, el autor de El siglo de las luces, planteó  para América Latina  la coexistencia de eras diversas en en un momento determinado. Así, es posible encontrar expresiones contemporáneas al lado de formas de vida rudimentarias, o dicho de otra manera, el reggaeton conviviendo con la ranchera.


Bogotá, la de hoy, se ha vuelto más ligera y libre, más atenta a las vibraciones que ocurren en otros lugares del planeta. La unidad se ha transformado en diversidad, la hegemonía de estilos y tendencias únicos ha dado paso a la  pluralidad . Al segmentarse los gustos,se debilita el espíritu nacional. Lo que no desaparece es la desigualdad, que se manifiesta en la existencia de zonas exclusivas y excluyentes, en las que se muestra en todo su esplendor el consumismo desaforado.

Sospecho que las formas "anacrónicas" que se resisten a desaparecer en las sociedades actuales incuban maneras y percepciones que conviven siempre con los cambios. ¿Socialismo en la República Bolivariana de Venezuela en pleno siglo XXI? ¿El son que no se fue de Cuba y resuena en los bares y discotecas de América Latina? ¿Formas de vida muy tradicionales que se abren paso en las metrópolis, a pesar de los avances en las nuevas maneras de ser y sentir?


Reconozco que al igual que los demás, me habitan fantasmas de otros tiempos, ensoñaciones pretéritas, sombras que alteran el colorido contemporáneo, pasiones discretas que pujan por su reconocimiento. Mejor corto aquí  y me siento a escuchar un bolero mientras observo las   fotos inéditas que el Curiosity envía desde Marte.



1 comentario:

  1. Cierto Lic., para mi que lo viví muy niña, es extraño imaginar (recordar) que en Bogotá casi toda la gente, se vestía de colores oscuros y los hombres llevaban sombrero y todo el mundo andaba muy abrigado.
    Como cambia casi todo con el tiempo...

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