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jueves, 28 de febrero de 2013





 EL RIESGO ES QUEDARSE


"El riesgo es quedarse", decía el corto promocional que invita a los turistas extranjeros a visitar Colombia. Diversas imágenes del país ofrecen  un panorama seductor y diverso. Salvio Basile se pasea en bicicleta  por las calles coloniales de la ciudad amurallada. Una palanquera sonríe, esplendorosa.


Al igual que Cartagena, otras poblaciones pequeñas han logrado atraer el gusto de turistas foráneos y nativos y crece de manera exponencial el número de propietarios extranjeros que compran, remodelan y encarecen zonas y regiones antaño desconocidas para los paseantes. Barichara y Villa de Leyva son dos ejemplos de la manera como una política de turismo amplia ha generado un fuerte movimiento en la propiedad raíz. Viviendas, fincas, negocios se venden a precios exorbitantes y una recomposición en la estructura de la población modifica la vida de comunidades tradicionales. 

A ese fenómeno se conoce con el nombre de gentrificación. El término "fue utilizado por primera vez en inglés. Gentrification viene de gentry, que designa la nobleza menor  y a los terratenientes acudalados de Inglaterra y fue acuñada por primera vez por la socióloga británica Ruth Glass en 1964. Glass empezó a  usar la palabra para designar los fenómenos de desplazamiento de una población original en un sector, por ejemplo en los centros históricos, a favor de otra población que no es originaria de este lugar, de una clase socioeconómica normalmente mucho más alta y que tiene una visión y una manera diferente de aprehender la ciudad"(Arcadia 89, El desalojo neoliberal, redacción Arcadia en netrevista a Patrick Morales, antropólogo).



El artículo examina a fondo lo sucedido en Getsemaní, sector tradicional cartagenero, convertido hoy en polo de desarrollo turístico, lo que ha ocasionado la expulsión de la mayoría de  sus habitantes raizales: "...Los habitantes originales fueron expulsados del centro histórico con pocos recursos y terminaron  en los barrios marginales, en el Cerro de La Popa, en la periferia de Cartagena...El barrio Getsemaní tiene otro tipo de población, descendiente de esclavos, con una influencia sirio-libanesa y judía posterior. Getsemaní tiene un arraigo muy fuerte con su territorio y con el puerto. Un cambio implica una sacudidad brutal en su identidad...es una población que vive de su interacción con el territorio, con lazos sociales muy sutiles;eso los distingue y los caracteriza identitariamente".


Pienso en  Guaduas, cuyo Centro Histórico se deteriora a pasos gigantescos, por la indiferencia de las administraciones municipales y las erradas políticas del Ministerio de Cultura. Sometido a las peleas domésticas de los grupos políticos y al afán de algunos personajes por modificar la normatividad existente para hacer de cada casa y cada calle un gigantesco inquilinato, el Centro Histórico se ha convertido hoy en sector venido a menos. Sus calles están llenas de huecos, los andenes carecen de uniformidad y las viviendas se modifican para albergar en cada casa , negocios.



Fenómenos asociados con la construcción de La Ruta del Sol y la estación de bombeo de combustible, a las que se ha sumado la próxima explotación de carbón han traído al municipio una población foránea: trabajadores, conductores de tractomulas y sus familias, técnicos y profesionales  a los que se suman  inversores que adquieren propiedades para construir hoteles de paso, pensionados. De igual manera, los habitantes locales han descubierto la mina de oro del alquiler de vivienda, por lo que los precios de los arriendos  se han disparado.


Estos fenomenos son inevitables y ya han ocurrido en otras ocasiones.El problema radica en la indiferencia de la población  ante la ausencia de una política municipal atenta a fortalecer los lazos de identidad local, velar por la conservación del patrimonio arquitectónico y el respeto del espacio público. Armonizar los intereses y oportunidades económicas coyunturales con el desarrollo humano del municipio es el reto.


El turismo ha adquirido relevancia mundial y son muchas las comunidades que dependen de la industria sin chimeneas. Lo delicado es lo que advierte Morales: "¿Cómo no tomar en serio la visión de quienes llevan trescientos años, en el caso de Getsemaní, relacionándose con su territorio? Además hay que estar atentos, porque después de Cartagena viene Barichara, y luego San Gil y vienen los cuarenta y cuatro centros históricos del país. Esto es un llamado a que haya voluntad política y creatividad en los instrumentos de planeamiento para evitar este proceso de gentrificación".

Soy amigo de las migraciones sin pistola, me parece saludable que a una comunidad lleguen personas con patrones de vida diferentes porque esto enriquece y amplía la gama de posibilidades culturales y de negocios. Lo que me parece lamentable es la ausencia de actitudes propositivas  y cooperativas que privilegien el bienestar de la comunidad por quienes han convencido a sus comunidades para que los  elijan y les permitan plasmar y convertir en realidad lo que de manera tan bella se expone en los programas electorales. 
Miro la calle en la que  habito, la que he recorrido tantas veces. observo la bóveda celeste. Las nubes pasan serenas, el sol compite con ellas en el hermoso marco azul del cielo. Al igual que las nubes pasajeras, así son nuestras vidas. Los mútliples pasos que han diseñado el secreto tapiz bajo el pavimento nos recuerdan la eterna ida y venida de los seres humanos en su afán por arraigarse en un espacio, siempre cambiante.

A partir del próximo post,, publicaré uno  por semana, los días jueves.

1 comentario:

  1. Dago, me da gusto poder volver a leer su blog. Tras una larga ausencia, hoy me encontré de nuevo con sus valiosas reflexiones.

    Leo con tristeza lo que está ocurriendo en Guaduas; aunque soy de Bogotá, me he declarado hija adoptiva de hermosas poblaciones en nuestro país como Suesca y Guaduas. Curiosamente, la comunidad de Suesca está atravesando una situación parecida, pues hace algunos años se estableció una cementera que ha transformado la dinámica del municipio, empezando por la contaminación que ha generado. En Suesca, el problema radica en que los habitantes del municipio consideran que la contaminación es un tema marginal, pues, como es de esperarse, la cementera ha generado oportunidades de empleo (por supuesto en cargos operativos, pues los grandes jefes son foráneos) y ha movilizado la economía. Sin embargo, el deterioro ambiental es un proceso lento e inexorable que amenaza la belleza del milenario paisaje de Suesca. Algunos habitantes, entre ellos un amigo mío, se han embarcado en la tarea de convencer a sus conciudadanos de exigir el cierre de la cementera, pero ha sido una labor quijotesca… Espero que el proceso en Guaduas sea diferente.

    Un gran abrazo, Diana

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