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lunes, 25 de febrero de 2013




Imagino a Zeús en el Olimpo, molesto con  los nuevos tiempos en los cuales ha debido aceptar la hegemonía de las religiones monoteístas y el desprecio por dioses que poseen en abundancia el cúmulo de defectos y virtudes humanas. 

Un poeta antioqueño, José Manuel Arango, describió el hedonismo y la sensualidad que a cada rato devela el mito griego:

los hombres se echan a las calles
para celebrar la llegada de la noche
un son de flauta entra delgado en el oído
y otra vez son las plazas lugares de fiesta
donde las niñas que cruzan con la espalda desnuda
repiten los movimientos de un antiguo baile
sagrado
y en la algarabía
de los vendedores de fruta
olvidados dioses hablan

(José Manuel Arango)

Cierto. A pesar de todo, ahí están, camuflados entre el barullo de los mercados, posando de marinos en los puertos, de mujeres alegres en los bares. De vez en cuando desencadenan una tempestad y Zeus arroja su rayos mortíferos a diestra y siniestra.

(John Banville)
A John Banville, los dioses se le colaron en su última novela, Los infinitos. Hermes resultó uno de los narradores de una historia que sucede en la finca de los Arden. Adam, el pater familias, está muriendo y su hijo, Adam, ha llegado con Helena, su bella esposa.En la finca se encuentran Úrsula, la esposa del viejo, y Petra, su otra hija. Ivy Blount, la criada, perteneció a una familia noble del lugar.

Roddy Wagstaff, con el pretexto de conquistar a Petra aspira a escribir la biografía de Adam, destacado científico. También llega al lugar Benny Grace, de quien poco se sabe y se supone que en algún tiempo fue compañero de trabajo y amistad del viejo.

Pocas veces se encuentran escritores cuya prosa atraviesa sin dificultad la exigencia de la belleza estilística y la complejidad de las historias. "John Banville es un maestro, y su escritura es un placer sensual sin interrupciones", dice Martin Amis.

(Zeus, Alcmena y Anfitrión)

En ese espacio rural los dioses curiosean e intervienen de manera ocasional en los destinos de los seres  que allí habitan. Zeus desea y posee a Helen transformado en Adam fogoso y sufre porque no puede torcer la costumbre humana de amar: " Retener el alba durante una hora ah sido un juego de niños, de niños mortales,comparado con las probables consecuencias de cancelar la hora de comer. La cantidad y frecuencia con que se alimentan nos fascina y más bien nos horroriza a nosotros,, aquienes nos basta un trago de ambrosía y una pizca de molí tomados como medida profiláctica cada eón o así para calmar el apetito y mantener el espíritu en alto".

Unos dioses vigilan con cuidado el desenlace de historias anodinas, fascinados por los asuntos que hacen de los humanos, mortales. De la  participación en hechos de grandeza épica de otros tiempos  se ha pasado a la la injerencia en  las vidas privadas contemporáneas. Las batallas discurren morosas en los pensamientos casi nunca manifestados de los personajes, y la concupiscencia de Zeus y la ironía de Hermes sólo alcanzan para alterar la realidad con el fin de permitir el desfogue erótico de un Zeus aburrido de su papel estelar.



Hay que leer a Banville para navegar por una prosa fascinante, que plantea retos al lector: El mar, Impostura, el intocable


2 comentarios:

  1. Me pregunto si Zeus no se animara a ayudarme a escribir una tesis doctoral y yo a cambio le presento estudiantes de pregrado :). Uy, no, mejor no, de pronto resulta escribiendo una tesis porno!

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  2. Cosa por demás loable, dado el sentido tan lamentablemente rígido de los millones de tesis que se escriben en el mundo.

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