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domingo, 23 de septiembre de 2012




 ¿ LA CIVILIZACIÓN DEL ESPECTÁCULO?

 Veo y escucho  en Youtube una polémica entre Mario Vargas Llosa, el autor de La Ciudad y los perros,  y Giles Lipovetsky, filósofo posmoderno, autor de  La era del vacío, El imperio de lo efímero, a propósito del ensayo del primero, La civilización del espectáculo.  El debate  sitúa de manera precisa dos  miradas antagónicas en relación con el papel de la cultura contemporánea. La de Vargas Llosa, para quien la cultura ha devenido espectáculo, y la de Lipovetsky, que destaca  el papel democratizador de las expresiones culturales contemporáneas, en contravía de los cánones instituidos por la alta cultura.


 Señala Vargas Llosa cómo en la actualidad es imposible determinar qué es bello o feo, qué puede ser consideradado gran arte, pues los cánones han desaparecido y la cultura y los intelectuales dejaron hace tiempo de ser faros orientadores en un caos en el que cualquier cosa reclama su derecho a ser considerada como producto artístico.

 Vale la pena escuchar a estos dos intelectuales que desde orillas distintas abordan el tema de la cultura contemporánea. Me interesa pensar el debate con respecto a la educación, así que comienzo por señalar mi "extrañeza" por las cosas que ocurren en la escuela de hoy. Hace algunas décadas, todavía era posible considerar al maestro como el orientador del gusto, el conocimiento y  y los valores, una especie de pontífice laico que señalaba el derrotero de lniños y adolescentes.


Ante los cambios producidos por la internacionalización de la cultura y la economía a niveles gigantescos, el primer efecto observable consistió en la caída de los modelos a seguir. La tecnología y los medios hicieron posible   que amplias masas- anteriormente invitadas de piedra a los grandes cenáculos donde se decidía por parte de una élite cultural qué era bueno o censurable- accedieran con autonomía a integrarse en circuitos globales con formas y medios culturales íntimamente vinculados al consumo.



 La educación se vio metida en un torbellino en el que los grandes marcos y los principios orientadores fueron devorados por manifestaciones culturales en las que predomina lo sensible, lo presente, lo fragmentario. Y el acceso a las tecnologías contemporáneas democratizó un conocimiento que había sido propiedad de profesores e intelectuales. Así como ya no se heredan los pantalones del hermano, de igual forma los jòvenes acuden a nuevos maestros para lograr lo que desean: internet garantiza la información instantánea, las formas de socialización pasan por las redes sociales y la pluralidad de voces y gustos enterró el canon hegemónico:

 La cultura de masas ha liberado al individuo de los megadiscursos. Los ciudadanos no siguen los dictados de las autoridades como antes, buscan el placer y el hedonismo cultural, que los hace más felices porque tienen capacidad de elegir y construir sus propias vidas”(Lipovetsky).
(continuará)

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