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jueves, 23 de agosto de 2012


BUDA EN EL DESVÁN

A Diego
Solemos encontrarnos con amigos, viejos conocidos que por circunstancias de la vida partieron un día a otros lugares. A medida que transcurre la conversación, pareciera como si el lugar del cual provienen hiciera presencia en las palabras, en los gestos, en los silencios. Cargan con los aromas y las imágenes de sus nuevas moradas. Emigrar, trasladarse a nuevos sitios, acoger otras rutas, radicarse en territorios distintos forman parte de la existencia humana. 

El inmigrante carga con su maleta de recuerdos a cuestas. Le es difícil dejar de lado la historia personal que ha construido en el intercambio diario con sus familiares y amigos, le cuesta abandonar las imágenes de los paisajes en los que ha vivido, los sabores que se adhieren a su cerebro y que constituyen una parte importante de la memoria.

Migración es  sinónimo de esperanza. Se viaja en busca de mejores condiciones de vida,el sacrificio implica dejar lo que se ama porque se desea, con el viaje, fortalecer y darle fuerza a aquello que se queda aquí. El migrante lleva la fe, se nutre del recuerdo y aguanta. Aunque a veces la ida es el deseo de abandonar y olvidar esta tierra que ya no se siente propia.

Muchas veces las migraciones son el resultado de la violencia que imponen grupos motivados por la codicia, la intolerancia y el deseo de imponer los valores de una etnia, un pueblo, una región. Cada conflicto ocasiona el éxodo de grupos que huyen de la barbarie y el mapamundi se adecúa a los caprichos del grupo ganador.


A comienzos de este año leí la  reseña de una novela, "Buddha in the attic", y me propuse conseguirla. Una circunstancia especial me permitió tener en mis manos esta historia escrita por Julie Otsuka-Gracias,Laura- y que trata de las "picture brides", japonesas que entre 1908 y 1920 marcharon a Estados Unidos, ofrecidas en matrimonio por sus familias. El único contacto eran fotos de sus futuros maridos y cartas con promesas de mejores oportunidades. Historia de una migración motivada por la necesidad de mejorar las condiciones de vida de un grupo de mujeres provenientes de distintos lugares de Japón, que abandonaban un país aferrado a sus tradiciones legendarias, en el periodo siguiente a  la primera guerra mundial.

¿Cómo contar una historia en las que las protagonistas son un grupo de mujeres que abandonan su país para casarse con hombres que han visto solo en fotos? Otsuka asume una voz colectiva, "nosotras", para plasmar una epopeya femenina en la que las diversas etapas del tránsito hacia la nueva vida marcan el destino de estas mujeres cuyo pasado y memoria parecen las" estelas de un bote que navega en la oscuridad ".
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El primer capítulo,VENGAN, JAPONESAS, comienza con esta frase: En el barco, la mayoría éramos vírgenes. Un grupo de mujeres,muchas de ellas  adolescentes, provenientes de zonas rurales y urbanas, compara las fotos de sus futuros maridos: eran jóvenes hermosos,de ojos oscuros y cabezas llenas de cabello y piel suave y perfecta . Durante los primeros días de travesía, el vaivén de las olas produce estragos en las mujeres. Poco a poco, los sentimientos de lo que ha quedado atrás y las expectativas de una nueva vida se mezclan y marcan la vida en la embarcación. 

Al arribar la nave a las costas de California, las mujeres realizan un descubrimiento soprendente: en el barco, no podíamos haber sabido que cuando vimos a nuestros esposos por primera vez no teníamos idea de quienes eran. Que la multitud de hombres de gorras tejidas y abrigos negros raídos que nos esperaban en el muelle no tenían parecido con los hermosos jóvenes de las fotografías.

A partir de ese momento comienza un viaje físico y una aventura espiritual que transformará sus vidas. Curtidas en el oficio de la agricultura, muchas convierten los campos en prósperos cultivos: ...vagábamos de un campo de labor al siguiente en sus valles polvorientos y calientes-El Sacramento, el Imperial, el San Joaquín- y hombro a hombro con nuestros esposos trabajábamos sus tierras.Recogimos sus fresas en Watsonville. Recogimos sus uvas en Fresno y Denair.


A medida que pasa el tiempo,  se producen cambios en sus relaciones,  llegan los hijos y el recuerdo de su país natal se adelgaza. Empoderadas en la tierra nueva, emprenden nuevos proyectos, algunas no resisten la nostalgia y se suicidan, otras pocas se prostituyen. La voz colectiva de la narradora realiza un paneo por la multiplicidad de historias individuales  que se entretejen y forman un manto multicolor cuya madeja surge de la experiencia del viaje, del tránsito. Las raíces se han desprendido del suelo original, las ramas extienden su follaje en otros cielos, los corazones vibran con el canto que se expresa en otra lengua. Y llega la guerra. El resto no lo cuento, para no tirarme el encanto de la sorpresa que da la lectura de un relato fascinante.

Estas son las historias que me gustan, Diego.


2 comentarios:

  1. Gracias, Dago, por dedicarme este texto hermoso. Yo leí solo una partecita de la novela, y recuerdo que cuando la leí tuve una de esas revelaciones que son obvias pero importantes: podemos elegir nuestro camino.

    En muchas ocasiones no tenemos sino una sola opción (como en el desplazamiento forzoso, por ejemplo), pero hay ocasiones en que sí podemos decidir el rumbo de nuestra vida. Muchas personas dejan su trabajo sin tener otro, otras dedican toda su vida a elaborar una idea y sacarla adelante, otras un buen día deciden volverse viajeros, algunas descubren una nueva orientación sexual...

    Cuando leí el post me llegó a la cabeza otra vez el recuerdo de por qué decidí aventurarme a irme al exterior. Recuerdo que tenía un trabajo más o menos estable, vivía "tranquilamente", no tenía grandes complicaciones. Pero me faltaba algo. En mi caso, sentía mucha curiosidad por vivir afuera, en un país que no es el mío, en un idioma que aún no domino, aprender carretas nuevas... ¿Cómo sería la gente? ¿Cómo me verían ellos? ¿Cómo cambiaría yo estando allá? Uno siempre reinventa sus recuerdos, así que puedo equivocarme, pero creo que lo que me llevó a cambiar mi vida fue la curiosidad.

    Esa curiosidad es la que hizo al joven Dago cambiar el curso de su vida cuando decidió irse a Bogotá a estudiar en la Nacional. ¿Cuántas probabilidades de éxito había, si nos basáramos solo en parámetros socio-económicos? no muchas, tal vez, pero las cosas se pueden cambiar. Y los cambios, la mayoría de las veces, son buenos. Esa misma fuerza es la que yo sentí, y que viene de sus enseñanzas que tanto aprecio. Ahora puedo decir que me gusta tomar decisiones, que no me da miedo el cambio. Al fin y al cabo, ¿Qué otra manera hay de saber qué habría pasado? ¿Qué historias tendríamos para contar después?

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  2. Y si alguien sabe de reinventar el pasado, ese es Diego. Espero que algún día me cuentes lo que significan las ítacas. Ruego que sea largo tu camino, lleno de aventuras y experiencias, sé que ni a los lestrigones ni a los cíclopes
    ni al salvaje Poseidón encontrarás,
    porque no los llevas dentro de tu alma...Yo seguiré buscando mi Innisfree...

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