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lunes, 23 de enero de 2012




JARDINEROS Y ARQUITECTOS (2)


Dejarse llevar por la corriente, manejar la fuerza del viento como lo hace la caña de bambú, compenetrarse con las ideas del interlocutor hasta respirarlas como propias, dejar un margen amplio al error y al azar, sorprenderse con la aparición de respuestas inesperadas son las manifestaciones palpables de lo que Eno designa como la rendición y la cooperación.

Creo que un campo fecundo en el que la metáfora del jardinero podría cumplirse a cabalidad es en la educación. Arriesgar una propuesta en la que maestro y alumnos intenten construir experiencias de conocimiento con un trazado sinuoso, y que se va armando en la marcha. El maestro pone en la mesa su experiencia-que sabe precaria-, y se arriesga a descubrir nuevas posibilidades por la participación espontánea e inteligente de los chicos.

¿Y el sexo? bueno, aquí los invito a jardinear sin restricciones. A imaginar la colaboración como una complicidad sensible que convierte la rendición en zona de distensión erótica. Con el control como estrategia, el placer se transforma en zona de discordia neurótica.

Dejarse sorprender por la libertad que conceden la rendición y la cooperación, es maravillarse con Basho:
A una amapola
deja sus alas
una mariposa

como recuerdo.

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