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sábado, 26 de noviembre de 2011


EL CAMELLÓN REAL DE GUDUAS






PEPE SERRANO Y EL FONDO DEL MAR


Scott Jordan es un personaje estrafalario. Tiene un pequeño mercado en Upper West Side de Nueva York:

"Va por la ciudad conduciendo una furgoneta vieja, y en cuanto ve una zanja abierta o un derribo o el gran cráter de los cimientos de un nuevo edificio pide permiso para llevar a cabo sus excavaciones.No hay nada que no encuentre que no sea un tesoro para su curiosidad sin fatiga, para su empeño de rescatar cualquier huella de vidas pasadas. Sobre el tenderete ofrece algunos de sus hallazgos una vez limpiados: llaves grandes de hace dos o tres siglos, botellas de color caramelo que contuvieron remedios infalibles y embusteros contra todas las enfermedades, cabezas trágicas de muñecos de cartón, candados que cerraron cofres de los que no quedó ni rastro, clavos de varios palmos que atravesaron puertas o vigas o cerraron ataúdes, soldaditos de plomo con los que jugaron niños que llevan muertos más de un siglo, medallones oxidados que conservan en el interior un mechón de pelo, hebillas e insignias de latón de unifromes de la guerra civil americana o la primera guerra mundial".

Así lo cuenta Antonio Muñoz Molina en Babelia, en un artículo titulado Cosas sin Contar y que cuento aquí porque tuvo el efecto de despertar memorias inolvidables de amigos ya idos. En especial uno: Pepe Serrano. Sigo la lectura de Molina:

Cuántas cosas se quedarán sin contar, cuántas historias que merecían ser sabidas y recordadas se perderán sin rastro. Con lo que sabemos construimos un relato completo del mundo sin que nos inquiete la conciencia, la magnitud de todo lo que ha quedado fuera, las ciudades de las que no ha sobrevivido ni el nombre, los tesoros que permanecerán sepultados para siempre, debajo de la tierra o en el fondo del mar. Tal vez por ese motivo algunas personas viven dominadas por la pasión de dejar constancia de todo, escribiendo memorias o coleccionando periódicos o fotografías o recogiendo por los desvanes y los muladares de las ciudades lo que nadie quiere, o lo que parece que no tiene ningún valor.

Algo de Scott tenía Pepe. En su hermosa casa de estilo colonial instaló la Tienda de Pepe, la que dotó con paciencia de fotografías y objetos antiguos. Su colección de fotos, que atesoró con paciencia y amor, le permitieron construir el mejor registro de la historia visual de Guaduas. Máquinas fotográficas, molinos, baúles, muebles, máquinas de coser Singer, herramientas agrícolas, almanaques, cristalería, radios, televisores y un sinfín de objetos que en su momento fueron la novedad y hoy han pasado a convertirse en objetos curiosos, cuya contemplación nos permite retrotraer épocas y personajes que ya no son.

No he conocido otra persona con la memoria fantástica de Pepe. La mención de un personaje significaba para él un ejercicio de enumeración de su árbol genealógico, con el ingrediente de narrar los episodios ocultos, esos que nos averguenzan de puertas para afuera y que constituyen
la sal de la vida. Era Pepe un facebook ambulante, con un conocimiento preciso de las vidas y circunstancias de sus paisanos, las que enriquecía con elementos ficticios matizados por la ironía y el humor a chorros.

Alguna vez le pregunté por qué no tenía celular. Me miró con sus ojos samarios y sonriendo me dijo:- Cuando necesito a un amigo, voy hasta la puerta de su casa, toco y espero a verlo en carne y hueso . No hay placer más grande que el encuentro real con las personas-. Yo lo entendí, porque Pepe hizo de su vida una experiencia mediada por la palabra y la amistad.

Creo que sus amigos políticos carecieron de la generosidad y el sentido de la amistad al negarse a adquirir su museo para el municipio de Guaduas. "Son solo viejeras", me respondió uno cuando le pedí su apoyo. De esas viejeras ya no queda nada.

Pepe cumplió hasta su muerte con el papel de notario de las novedades de la villa de Guaduas. Un notario muy particular, cuyo poder radicaba en la magia para ponerles efectos especiales a las vidas y circunstancias de sus amigos. No sé por qué, pienso en Pepe y aparece en mi cabeza un letrero: Technicolor o la habilidad para dotar de color a la trama de nuestras vidas.

Converso con mis estudiantes y compruebo que el mundo que los impresiona es tan distinto del mío. Personajes, historias, referentes culturales en donde no tienen cabida aquellas cosas que a mí tanto me emocionan. Los oigo conversar y sueño con ver un clon de Pepe que recree las historias nuevas.








1 comentario:

  1. Dago, varias veces lo he escuchado hablar de su amigo Pepe Serrano. Al hablar de él, sus palabras son como pintura sobre lienzo porque a través de ellas he podido dibujar un retrato de su amigo, pese a que nunca lo conocí. Lo que más me gusta de sus descripciones de Pepe Serrano es que en ellas se siente el cariño y la admiración que sentía (y aún siente) por su amigo. Para mí, la amistad es uno de los sentimientos más sorprendentes que existen, pues sobrevive con muy poco alimento: uno puede dejar de ver a un amigo por mucho tiempo, o puede pasar largos períodos sin hablar con él y pese a ello los sentimientos siguen intactos. Bien dicen que quien tiene un amigo tiene un tesoro. Tal vez esa frase es más cierta ahora que nunca, pues como dice Fito Páez vivimos en “tiempos donde nadie escucha a nadie, en tiempos egoístas y mezquinos”.

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