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miércoles, 27 de julio de 2011





DOÑA BELLA Y EL TUBO


Miro a ratos fragmentos de telenovelas en la mañana. Ese espacio mañanero lo dominan los mexicanos. Incluso los actores de otros países hablan mexicano. Mujeres muy hermosas rodeadas de villanos ypersonajes buenos. Historias que repiten el mismo libreto. Intrigas amorosas que se mezclan con luchas por el poder y el dinero. Damas que hacen gala de maldad. Madres ambiciosas, viejitos que ponen el lado cómico o libidonoso, amigas leales e interesadas, familiares muertas que desde el más allá aconsejan a los buenos, crueldad sin fin de los malos.

Un aspecto que me interesa de las telenovelas es el del erotismo. En todas las historias hay un bar en el que hermosas chicas atienden a los clientes. Entre esas mujeres, es posible que se encuentre el personaje femenino principal. Su modo de vestir, provocativo, insinuante. A pesar de estar enamorada, entra en relación con otros hombres. En algunos casos, se acuesta con ellos. No hay reato de conciencia, sentido de culpa. El televidente (mejor decir la televidente) sabe que esa mujer ama a su hombre. El resto no importa. (Vean a Sharik León en Doña bella, Caracol).

Los bares están llenos de luces y colores. Las chicas se exhiben libres. Pululan los hombres.En medio del salón, un tubo. No hay telenovela en la que ese artefacto no aparezca, erguido y coronado en medio del bullicio. Pasión sin tubo no es completa. Entonces, a tomar un curso acelerado de tubo. Imagino a los arquitectos incorporando en sus diseños esa barra metálica como elemento primordial de las viviendas. Cuando nazcan los niños, allí se puede amarrar el perro.

Hay en la vida contemporánea un afán por convertir los actos espontaneos de las personas en suceso visible. Si no has tomado el curso de Seducción, estás "out"( te recuerdo que existen los cursos Seducción II y Seducción III). Y como complemento, una ginoplastia, que te hará dueña de una "cuca bonita". En caso de que el tamaño del pene no se ajuste a los patrones culturales, existe la posibilidad de alargarlo.Y no olvides registrar tus conquistas o tus penas en facebook. Y si la loba con la que te metiste te abandona, castígala poniendo en la red el video íntimo en el que, echándose un buen polvete, se juraron amor por siempre. Al fin y al cabo, una conquista importante de finales del siglo XX y comienzos del XXI en la vida de las sociedades consiste en rebatir de manera exitosa la idea de que el cuerpo es un "templo sagrado" que no se debe cambiar. La ciencia, aliada y cómplice de los sueños humanos, ha hecho posible mirar el cuerpo como un artefacto modificable. Y la televisión y el internet, las pantallas que visibilizan estas tendencias.


Aludí a las telenovelas y me doy cuenta de que he omitido un aspecto fundamental: ¿Entonces no existen códigos morales en las historias telenovelescas? Creo que la "sustancia" del relato se soporta en un principio: hagas lo que hagas, siempre andarás en busca del amor. Las circunstancias que han hecho de ese hombre, de esa mujer, seres a ratos promiscuos, se remediará al final, cuando las cosas regresen a su cauce normal. La pareja se reencuentra, el amor cobra su cuota y sólo queda la felicidad. Y la religión, inmune a los cambios, representada por un sacerdote que a ratos les recuerda a los descarriados la función de la fidelidad, imparte su bendición. Lo que ha sucedido ha sido apenas una contravención a los principios religiosos. De ahora en adelante, suponemos, la pareja vivirá en el paraíso terrenal del matrimonio.

Las telenovelas cumplen de manera eficaz lo que la escuela no ha podido hacer: Poner en pantalla las tendencias que marcan a las sociedades con pedagogías cuyo principio básico consiste en divertir mientra enseña. Tenemos que reconocer el olfato de los guionistas televisivos, su sentido de la actualidad, la sutileza con la que a través de las historias nos muestran los cambios culturales. ¿Quién puede decir algo frente a la belleza de Sharik, los músculos de los galanes y la galería de personajes que nos permiten mirarnos a nosotros mismos?

Al sentarnos frente al televisor para ver la telenovela, ponemos en funcionamiento un mecanismo mental extraordinario: al tiempo que gozamos con la ruptura de los códigos sociales, activamos el código del cura, el que restablece el equilibrio y nos hace creer que la vida transita por caminos ordenados y ajustados a las normas morales de la religión.



Bueno, interumpo estas disertaciones baratas.Ya va a comenzar Doña Bella.


















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