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martes, 5 de octubre de 2010



! LEAMOS A BAENA, CARAJO!


En el texto sobre el debate acerca de la objetividad de los hechos que se cuentan en la telenovela LA POLA , la verdad se erige como el asunto central del la polémica. La historia y los historiadores asumen su oficio como un ejercicio metódico en el que la verdad histórica se alcanza por el empleo riguroso de fuentes escritas y orales y un método de análisis producto de la constante reflexión sobre los factores que determinan los acontecimientos humanos. La literatura, en cambio, como hecho de ficción, no alcanza, en la mirada de los historiadores, la seriedad y el nivel de objetividad que caracteriza a un texto histórico.

La lectura del libro de Rafael Baena VUELVAN CARAS, CARAJO, que recrea a un personaje histórico, JUAN JOSÉ RONDÓN, me ha caído como anillo al dedo para pensar la relación entre historia y literatura y me ha producido un placer infinito, debido a la complejidad con que el autor construye su historia desde el punto de vista de Angus Malone, capitán inglés que combatió en los llanos y finalizada la guerra, rememora los personajes y circunstancias que rodearon el proceso de independencia.


El libro relata el crecimiento de Rondón como militar y ser humano, el conflicto y rivalidades de José Antonio Páez, Simón Bolivar y Santander y el desarrollo de los hechos que condujeron a la victoria de la gesta libertadora desde el universo de la soldadesca. En el relato en primera persona, Angus Malone traza con maestría la complejidad del proceso revolucionario, los conflictos internos, las disensiones, las ambiciones de poder, el tedio y la decepción que causan las guerras, la vida cotidiana de los llaneros, el amor y la belleza de un paisaje habitado por seres humildes cuya grandeza radica en el coraje, vistos con la agudeza de quien por haber combatido en Europa posee la necesaria capacidad crítica y la ironía suficiente para tomar distancia de los hechos y personajes. Malone admira a Rondón, le profesa una admiración infinita. Y posee la "malicia" suficiente para identificar las ambiciones de nativos y extranjeros, proclives a la traición y las maniobras sucias con tal de lograr ascensos, dinero, tierras y poder.

El relato del ascenso al Páramo de Pisba por los hombres de Páez, Bolivar y Santander sobrecoge por la dureza con que se describe la larga marcha por una geografía de aterradora belleza, donde hombres y animales dan lo máximo para coronar la anhelada cumbre. Hombres y animales sortean con dificultad los caminos escabrosos, el clima gélido y las plagas que azotan de manera despiadada a aquellos hombres curtidos por el calor y la inmensidad de sus sabanas. En esa odisea tropical, la vida parece una gota de rocío, y la grandeza y la flaqueza humana afloran en los páramos desolados. Se llora a cada rato no sólo a los compañeros que abandonan este mundo; también a esos amigos de cuatro patas, guerreros silenciosos que exhalan su último aliento al pie de sus amos.

Rafael Baena debió dedicar un buen tiempo al estudio de las tácticas y estrategias que se usaron en las guerras de independencia. El ritmo febril de su relato, el conocimiento erudito de los movimientos de las batallas nos acercan de la mano a la cruda realidad de los encuentros armados:

Todo ocurrió con bastante vértigo. El grupo de Rondón logrós salir a llano abierto por el ancho playón del río mientras él veía con el rabillo del ojo cómo las pecheras de los caballos españoles derribaban a la mayoría de los lanceros, que por no estar acostumbrados a esperar inmóviles una carga no tenían la menor posibilidad de salir airosos del trance. Los otros, los que resistieron el primer embate esgrimiendo sus lanzas, echaron manos de los machetes y se enfrascaron en una melé de hierro contra acero toledano que costó lo suyo a la gente de López. La escabechina fue tan desmedida que el teniente coronel decidió olvidarse de la madrina para gritar a sus hombres:!Volvamos caras! !Vuelvan caras!

Me parece que historia y literatura tienen más cosas en común que las que de manera renuente se reconocen. Los textos de ficción logran, como no lo hace la historia, dotar de carne a los personajes del pasado, crear senderos que conectan el pasado y el presente, suscitar empatías y rechazos que vivifican un pasado que ya no existe y que por dones de la imaginación adquieren vigencia y actualidad, las necesarias para señalarnos que todo relato del pasado es, en el fondo, un ajuste de cuentas con el presente.

!LEAN VUELVAN CARAS , CARAJO! ! VALE LA PENA!

2 comentarios:

  1. Me gustó mucho el texto, Dago, por la fineza con la que relaciona dos áreas aparentemente distantes como la historia y la literatura.

    Cuántos momentos de la vida humana quedan en el olvido, cuántos momentos de alegría, de llanto, de pequeñas tragedias cotidianas pasan inadvertidos porque aparentemente no afectan el curso de la humanidad. Tras las grandes epopeyas que se leen en los libros de historia se advierten los deseos, sueños y frustraciones de personajes que, aunque no ocupan el rol protagónico, hicieron posible desde el anonimato el presente que vivimos. Así imagino a los soldados que forjaron la gesta libertadora y a tantos otros personajes ahora están cubiertos por el velo del olvido.

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  2. Pienso que el texto es muy hermoso y estoy totalmente de acuerdo. Ademas que mejor manera de abordar temas históricos que a través de la novela, por el lenguaje utilizado, por la dosis de emoción en la escritura,por "dotar de carne a los personajes del pasado"; siempre y cuando uno este seguro que se trata de un novelista historiador que respeta al lector y no por el hecho de ser literatura se queda en la ficción y en inventar otra historia con etiqueta de veracidad.
    Otro autor que me encanta, y ojalá Dago referencie algun día es William Ospina quien en su trilogia nos cuenta un hecho histórico, como la colonización.

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