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jueves, 28 de enero de 2010

LAS CASAS SON CARACOLES


LAS CASAS SON CARACOLES


Las casas se parecen a los que las habitan. Cada rincón refleja los universos personales de sus moradores. Al modelar la casa, se proyecta un mundo. Aquella, por definición, asume los matices de quien la sueña. Y al llenar los espacios, la inmensa geografía de sueños, placeres y pesadillas irrumpe para colorear ese pequeño país rodeado de paredes.




La chascona es una de las casas del poeta Pablo Neruda. Ubicada en el sector de Bellavista, en Santiago de Chile, emerge esplendente bajo la forma de un barco perdido en las montañas. Cada parte de la casa evoca el mar, cada objeto trasladado allí es copla marinera, la casa es un barco que se mueve en la cartografía variopinta de objetos valiosos coleccionados a lo largo del tiempo, donados por sus amigos y obtenidos como premio a su poesía vital. Cuadros de Picasso, Diego Rivera, entre otros, conchas marinas, libros y en cada cuarto un bar, y a través de las ventanas la presencia del verde y el azul soñado. Casa hecha amor y por amor a Matilde.

Si es cierto que cada casa es ese mundo que transportamos como el caracol sobre nuestras espaldas, ¿A qué se parece el lugar en que tú, amigo bloguero, habitas?





















3 comentarios:

  1. En efecto, las casas son caracoles. A lo largo de mi vida he vivido en muchas casas (tantas, que no son suficientes los dedos de las manos para contarlas), así que el caracol y su concha son más que una metáfora para mí.

    Recuerdo especialmente la casa en las que viví desde que tenía diez años porque tenía una enorme terraza. Esa fue la época en la que descubrí el placer de la lectura y por eso solía instalar una silla en la terraza para poder leer durante horas. Aún recuerdo las innumerables tardes que pasé en la terraza leyendo a Gabriel García Márquez, a José Eustasio Rivera a Fernando Soto Aparicio...
    Recuerdo también la casa en la que transcurrieron mis años de universidad, allí había un patio que constituía mi sitio favorito de la casa porque el sol lo llenaba de luz y de calor en la tarde, y por éso me gustaba sentarme a leer, a cantar o simplemente a tomar el sol.

    Las frecuentes mudanzas han marcado el carácter del apartamento en el que vivo actualmente. Antes las casas tenían cuartos de San Alejo y allí yo guardaba toda una colección de cosas que tenían un valor afectivo para mí como los cuadernos que tuve en mi época de estudiante, en los que de alguna manera estaba registrada mi historia desde los garabatos que querían ser letras, hasta los corazones flechados que delataban las primeras incursiones en el amor; las fotocopias de la Universidad, que podrían llegar a ser útiles en la vida laboral, etc, etc, pero con cada cambio de domicilio tuve que ir renunciando a todos aquellos tesoros para hacer los trasteos más expeditos.

    Actualmente sólo conservo las cosas que necesito y por éso mi cuarto es sencillo: una cama, una biblioteca, un escritorio, una silla. Tal vez la ventaja de todo ello es que, ahora, la mayor riqueza está en mi interior.

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  2. Mi casa es un sueño hecho realidad, como en los cuentos tradicionales. Una casa de cristal que se compenetra con la naturaleza. Rodeada de árboles frutales, campo verde y un espacio amplio a donde escaparse a mirar las estrellas. Por dentro, sus espacios son muy especiales: la biblioteca , llena de sabiduria ya que contiene desde los clasicos griegos de la literatura hasta las innovaciones de la ciencia; La cocina es amplia para uno deleitarse con una buena conversación mientras se cocina las recetas de la abuela; la habitación, que queda en un altillo desde donde oteamos la magnificencia del universo y el sitio de las hamacas para descansar plenamente en cualquier momento que la vida agitada nos proporcione.
    Lo mas rico, es que la comparto con personas que me llegan al alma y entre ellas estos bloggeros que quiero mucho.

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  3. Que linda metáfora...Mi casa es el país de las maravillas. Un patio lleno de flores hermosas, con corazones a los que les salen gusanitos (los anturios), con aves del paraíso, con camarones, con marañones...El corredor inundado en las noches del olor del galán de media noche, lleno del eco de las pisadas pausadas y chancletudas de mi papá y también de sus bailoteos frente al espejo. Una biblioteca grandiosa, que es el platillo favorito de las polillas, a las cuales tratamos de combatir, sin éxito. La cocina llena de colores, olores y texturas que desprenden las comidas exquisitas de mi mamá, repleta de los escenarios mágicos de flores y aves de sus vestidos y del verde infinito de su mirada. Hay duendes escondidos en las matas, una gata imponente durmiendo sobre todos los rincones. Hasta la música suena diferente allá, como cantos de sirenas, tal vez porque van acompañadas de las palabras de mi papá, que hasta a lo más mínimo e insignificante lo vuelve profundo adornándolo con belleza, con metáfora y con poesía. ¿Hablé más de mi casa, o de las personas que la habitan? Definitivamente, como el caracol, las casas y las personas son inescindibles.

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