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sábado, 2 de octubre de 2021


 NOSTALGIA, AMBIENTE  Y NUEVAS PALABRAS

Hubo una época en la que para pasar el río san Francisco en Guaduas, Cundinamarca, se utilizaban puentes de Guadua, dado su caudal y anchura. Hoy apenas se requiere dar un paso sencillo para cubrir la lánguida corriente que amenaza con desaparecer. La pena y la nostalgia por lugares otrora frondosos y exuberantes tiene nombre: solastalgia.  Fue el filósofo Glenn Albrecht quien lo creó  a petición de los pobladores de valle de Hunter, en el suroeste de Australia, nostálgicos por "los pastos de alfalfa y las hileras de viñedos" devastados por la minería extensiva. Así que "solastalgia" es "la melancolía o la nostalgia por la pérdida de un hogar, estando en el propio hogar"(A la pena por la pérdida de ese paraje de tu infancia se le llama "solastalgia", Alberto G. Palomo, El País). 

Señala Albrecht que este término  refleja un estado anímico, "profundo, evidente, que se palpa en todo el mundo en distintos contextos y que probablemente llevamos miles de años experimentando en circunstancias similares". El deterioro ambiental se expresa con el término "ecocidio", visto por algunos como un crimen de lesa humanidad, y algunos psicólogos hablan de "trastorno por déficit de naturaleza", cuyos efectos son "disminución del uso de los sentidos, enfermedades físicas o emocionales, obesidad infantil y adulta"(El País).


Otros términos que definen nuestro presente ambiental son "ecotrauma" y "ecoansiedad", manifestaciones traumáticas por la pena que causa la pérdida de ambientes naturales. Sabido es que la mayoría de las urbes del tercer mundo son tiras gigantescas de cemento, barrios en donde no es posible encontrar un árbol y mucho menos un parque o sendero ecológico. Así que ha surgido una corriente de pensamiento denominada "colapsología", que plantea el fin de la especie humana por la manera como nos relacionamos con las otras especies y el medio natural. 


Miro embelesado el valle de Guaduas. Esos tapetes verdes, las montañas que protegen el valle, las murallas de árboles protectores y de repente, una mancha amarilla que significa un fragmento de monte derribado, unas moles de cemento, un cultivo de algún producto comercial y los potreros, dispuestos a tragarse la riqueza que nos brinda la naturaleza. 

¿Habrá alguna posibilidad de revertir los modelos de desarrollo basados en la extracción y la explotación inmisericorde de nuestros recursos naturales?   

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