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lunes, 28 de mayo de 2012









UN CORONEL VIGENTE

¿Tiene sentido aferrarse a glorias pasadas, a valores que hoy son apenas el eco vago de algo que ya no es? Para el Coronel de la obra de García Márquez,  la dignidad es un asunto de honor y a pesar de que los ideales por los que se ha luchado han sido traicionados, para él constituyen lo verdaderamente significativo del ser humano. Han transcurrido 19 años desde cuando el estado le asignó una pensión, y a lo largo de ese tiempo ha acudido sin falta al muelle a esperar una carta que le confirme que por fin puede disfrutar de la recompensa por haber servido a su país.


La relectura de la obra significó para mí adentrame de nuevo en la geografía de una región  calurosa, llena de sopor, en la que el ritmo de la vida discurre lento y la tragedia de un hombre adquiere visos de tragedia tropical. El drama del Coronel es la consecuencia de acontecimientos magnos-la guerra civil- convertidos en tragedia individual y reducidos a la espera de una carta que nunca ha de llegar.


El coronel parece un fantasma que divaga por lugares conocidos en busca de recompensa. Su cuerpo recoge la cosecha triste del invierno, octubre pavoroso que agita las dolencias y las enfermedades cíclicas. Su mujer lo acompaña en el tramo final de este recorrido por cartogafías de ignominia y burla.La derrota tiene sabor a pérdida y cada paso implica el reconocimiento de que la lucha no ha tenido sentido, aunque muchas personas ven en el coronel la  continuación de la misma.


El ritmo lento, el ambiente agobiante del trópico son el marco que da el tono al relato. Vida de provincia en la que el alcalde ejerce el mando con mano férrea y don Sabas, antiguo compañero de lucha del coronel ha firmado un "pacto" con sus enemigos, lo que le permite enriquecerse sin medida. Un grupo de ciudadanos lee documentos clandestinos y espera que enero sea el mes en el que el gallo del coronel gane la riña y se convierta en símbolo de esperanza de los derrotados.


Han transcurrido  51 años  desde la publicación de la novela. El coronel trasciende la figura esquemática del guerrero latinoamericano. La real dimensión del personaje y de la historia nos revelan la tragedia humana, la búsqueda de la justicia, el amor que se esconde en los sopores de la tarde, la búsqueda de sentido que habita en cada ser humano.

Hay en El Coronel una radiografía completa de lo que significa perder. Ahí encuentro una dimensión universal que va más allá de los estereotipos del militar latinoamericano. Las dolencias del cuerpo son la manifestación visible de un dolor más profundo: la derrota, la traición, la deslealtad. Aun así, la figura del coronel aparece luminosa en la dignidad que no se arrodilla ante el fracaso.

El coronel habla poco, musita a ratos, espera con paciencia la carta, soporta los desplantes de don Sabas, es inmune a la entrega. Y carga con el dolor de la pérdida de Agustín, su hijo. Su mujer es el principio de realidad que no alcanza a horadar la confianza y la paciencia de quien es cómplice de un grupo de conspiradores cuya máxima aspiración es ver triunfar un gallo que representa a los derrotado


El gallo, que es cuidado por el coronel, es el símbolo de la rebeldía de un sector de la población que espera una revancha en la gallera donde Agustín, su  hijo, fue asesinado por distribuir propaganda subversiva. La esperanza, al fin y al cabo, que no nos abandona.


Vale la pena leer el Coronel no tiene quien le escriba.
 La segunda foto corresponde al montaje del teatro LA MAMA , Homenaje a García Màrquez.













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