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domingo, 6 de mayo de 2012


Leo en Historia social del Teatro, de M.Berthold lo siguiente:
Bajo el cielo inverosimilmente claro, de color azul violeta de Grecia, al pie de la Acrópolis de Atenas, comienza la historia del teatro europeo. Aquí, sobre el suelo ático,creció una forma  artística dramática cuyos valores estéticos y creadores no han perdido un ápice de su valor en más de dos mil quinientos años.
Y fue Grecia también la cuna de la filosofía, las ciencias naturales, las matemáticas, la física,la historia,  surgió en su suelo la idea de democracia y su mitología ha soportado sin despeinarse el paso del tiempo. Recuerdo de mis lecturas con estudiantes del Samper las horas gozosas empleadas en la lectura y los comentarios de Edipo Rey y Antígona, la fascinación que produce la inmersión en el océano de relatos  de la Odisea y la Iliada. Creo que todos aquellos que amamos el conocimiento tenemos una deuda invaluable con la patria de Homero.
Pasa el tiempo  y el legado de  Grecia sigue vigente en lahistoria  de la humanidad. Platón,  Sócrates, Aristóteles, Aristófanes, Safo nos siguen inquietando con sus ideas, con las tragedias y poemas que desnudan el alma humana.
Leo el Atlantic Monthly y me encuentro con la foto que aparece arriba. Una mujer de Atenas, la actual, tiende la ropa en la terraza de su casa. El pie de foto nos cuenta que esta mujer lucha con denuedo para sobrevivir a la crisis que afecta a Grecia. Paradoja mayor que me hizo ver mi amigo Alvaro Romero: Al fondo, la Acrópolis- lo que queda de ella-. 


Pasa el tiempo, nuevas maneras de interpretar y de componer el  mundo pretenden echar al traste las conquistas que surgieron en la tierra de Ulises y de Aquiles. Seducidos por el canto de sirena de las burbujas inmobiliarias y financieras, las personas viven un periodo de esplendor y comfort que esperan exista por siempre. Viene entonces la caída, se arruinan las clases medias, aumentan los pobres y las marchas y protestas encienden las barricadas.


Creo que hay una paradoja en el hecho de asumir la protesta en contra de un modelo de desarrollo económico que antes de la crisis nos parecía el mejor. Entrar con pie derecho al primer mundo, sentirse parte del grupo exclusivo de naciones privilegiadas que miran con desdén al resto de naciones es parte del ritual con el que se asume el nuevo destino. Hasta que empieza la crisis. La soberbia de los españoles, la pedantería de los irlandeses  es reemplazada por el grito lastimero de hordas que se sienten engañadas y que ven aterrorizadas el avance de un monstruo de mil cabezas que amenaza con devorarlo  todo.

Nos reímos de las personas ingenuas que apuestan a las pirámides y se nos olvida que de manera cíclica el capitalismo genera burbujas en las que corre abundante el vino hasta que un día se desploma el andamiaje.

Un movimiento telúrico agita los cimientos de la  civilización. Nuevas maneras de plantear el desarrollo social, crisis del estado de bienestar,  levedad  en los estilos de vida, dinámicas a ritmos trepidantes que hacen añorar soluciones salvadoras como en el poema de Cavafy:

¿Qué estamos esperando, reunidos en el foro?

Es que los bárbaros llegan hoy.

¿Por qué tanta inacción en el senado?
¿Por qué los senadores no legislan?

Porque los bárbaros llegan hoy.
¿Qué leyes van a dictar los senadores?
Los bárbaros, cuando lleguen, harán las leyes.
...
¿Por qué ha comenzado esa inquietud
y esa confusión?(¡Qué serias se han vuelto las caras!)
¿Por qué se están vaciando las calles y las plazas tan rápidamente
y todos regresan a sus casas tan desanimados?

Porque ya es de noche y los bárbaros no han llegado.
Y algunos recién venidos de la frontera
dicen que ya no existen los bárbaros.

¿Y qué vamos  a hacer sin los bárbaros?
Esa gente era una especie de solución.






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