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martes, 18 de enero de 2011



EN EL LUGAR EQUIVOCADO

"El club Rotario de Guaduas tiene el gusto de invitarlo a pertenecer a nuestro grupo, por lo que lo invitamos a una reunión el próximo...". Leí tres veces la nota. ¿El club Rotario? ¿A mí?. Debe ser una equivocación, pensé. Deposité la nota en mi mesa de noche y me acosté a leer una revista. !!!Ring!!!. -¿Aló? - contesté. -¿Profesor Dagoberto?- dijeron al otro lado de la línea.-Sí, a sus órdenes- respondí. -El Club Rotario tiene el gusto...-

Al sábado siguiente me dirigí a la fundación Romero. -Buenos días- dije y al unísono respondieron los presentes:-bienvenido, profesor-. El presidente tocó una campana y se inició la sesión, uno de cuyos temas era la presentación y estudio de mi hoja de vida. Cuando llegamos a este punto, yo estaba un poco nervioso. . En esa reunión se encontraba lo más granado de la sociedad guaduense: dueños de haciendas y quintas, empresarios prósperos que venían cada ocho días a Guaduas en plan de descanso, comerciantes exitosos, gerentes de bancos. Luego de la presentación de mi hoja de vida por un socio del Club, ingresé en el grupo con todas las de la ley.

-"Tenemos"- dijo el presidente,- una tarea sinigual. La recepción que daremos al presidente de Rotary Internacional, el doctor.... de Australia, etc, etc y cada socio debe dar una cuota de $$ para su atención"-. La cantidad mencionada me produjo un pequeño mareo que se manifestó en piquiña al lado de mi bolsillo derecho. -Alguien levantó la mano: -Creo que es muy pequeño el aporte, por lo que propongo que lo aumentemos a la suma de $$$-. El mareo casi se me convierte en desmayo. -Aprobado- dijeron los presentes.

Luego, la conversación giró hacia temas cotidianos.-Almorcé ayer con el presidente de la compañía..., filial de la multinacional...-dijo un socio; Otro, con aire indiferente anotó que había tenido un fin de semana agotador, pues había jugado golf con el senador....,;Aguien contó sobre su fin de semana en Miami. No sé por qué me acordé de que no había pagado la cuota del crédito bancario. Así se fueron sucediendo relatos deslumbrantes que parecían una versión en vivo y en directo de un programa televisivo norteamericano sobre familias poderosas(Dallas). Yo preferí mantenerme callado y no mencionar la jugarreta de tejo el fin de semana anterior, con aguardiente incluido.

-Alejandra, creo que me metí en el lugar equivocado- y le expliqué lo de la cuota. -¿Y para que asistió a esa reunión?- me respondió de manera socarrona mi mujer. -Además- musité, con el aire escaseándome, -debemos asistir en traje elegante- . Ella me miró con ojos de verdugo. Luego me soltó una frase la pidaria:- Ser importante cuesta -.

El día esperado llegó. Como pude logré conseguir traje y corbata(Alejandra estrenaba vestido). -Después de todo, no resultó tan difícil- dije. -¿Ya pagaste la cuota? -me preguntó Alejandra, con tono de anunciante de aeropuerto. Preferí evitar líos, así que simulé que limpiaba mis zapatos.

-¿Y en qué vamos a ir al Hotel Tacuará?-dijo Alejandra. - Voy a pedir un carro de los de servicio público- respondí.-¿Los que hacen acarreos al campo?- me preguntó con tono entre airado e irónico Alejandra. -No hay más- le contesté con sorna.

Cuando arribamos al Hotel, tenía la secreta esperanza de ser el primero en llegar, pues me avergonzaba que los invitados vieran al profesor y a su flamante esposa descender de un Carpati, con tal mala suerte que los rotarios habían comenzado a hacer una calle de honor para recibir al presidente internacional. Las caras de burla y peplejidad sólo cambiaron cuando arribó el presidente .Un nudo humano se formó a su alrededor y yo quedé con Alejandra al fondo del grupo. -Bienvenido- gritaban alborozados los rotarios y las palabras de elogio parecían el zumbido de un nido de abejas alborotadas. Los más cosmopolitas utilizaron expresiones como "welcome" y "good morning". Luego nos dirigimos al salón de recepciones del hotel y por supuesto, ocupé el lugar más distante de la mesa principal.

Sentados a la mesa, los principales intentaron dialogar con el presidente internacional, pero, horror de horrores, él no sabía una palabra de español. Avergonzados, miraban a lado y lado, musitaban palabras en inglés, pero de comunicación muy poco. El secretario de Rotary Guaduas se acercó a mi mesa:-profesor, lo invitamos con su señora a la mesa principal-. Alejandra abrió sus hermosos ojos verdes. Sentado al lado del presidente internacional, dialogamos de lo divino y humano( Un hombre encantador el australiano, bonachón, divertido, que hasta ganas me dieron de invitarlo a jugar un chico de tejo). En las mesas aledañas, mis compañeros, resignados, comían en silencio.

Afuera, majestuoso, nos esperaba, a Alejandra y a mí, el Carpati.


2 comentarios:

  1. jajaja! excelente, Dago, cada vez más fino!

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  2. Jaja me encantó la narración; muy divertida. Tiene cierto matiz de Garcia Márquez.

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