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sábado, 24 de octubre de 2020


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LOS BALCONES DEL AMOR 


Es el 16 de junio de 1822. Bolívar hace su entrada triunfal en Quito. Vencedor en Ayacucho, Perú, en la batalla de Boyacá y en el Pantano de Vargas, Colombia. Una mujer arroja una corona de laurel al paso del libertador y lo golpea. Las miradas de Bolívar  y Manuela Sáenz se cruzan y se produce uno de los romances mas ardorosos de la historia latinoamericana. 

Guaduas, agosto de 1853. José María Samper atraviesa la plaza de Guaduas en su caballo. Desde el balcón de una de las casas que circundan la plaza, una mujer mira al jinete. Él la mira también y se inicia otro romance,  menos brioso y mas prolongado. Me refiero a Soledad Acosta de Samper, la escritora colombiana mas importante del siglo XIX, tan vinculada a la historia de Guaduas.

La Leyenda del Callejón del Beso

En Guanajuato, México, vivió hace muchos años una hermosa joven, Carmen, a quien le encantaba escaparse en las noches a dar una vuelta por las calles de la ciudad. Un día conoció a un joven, Luis, de profesión minero, y se produjo el chispazo amoroso. Se veían de manera clandestina en una iglesia, hasta que el padre de Carmen los descubrió y decidió encerrarla en su habitación. Esta quedaba en un segundo piso y el chico compró la casa de enfrente, con balcón incluido;  dado que las calles eran muy estrechas, los enamorados podían estrechar sus manos y hasta darse   dulces besos. Y como lo bueno dura poco, su padre descubrió el truco de Luis; perseguida por su padre, Carmen alcanza a tocar la mano de su amado; loco de la ira, el padre asesina a su hija. Luis, desesperado, se arroja desde el balcón de su casa a la calle y así muere. 


Cuando vayan a Guanajuato, visiten El Callejón del Beso, lugar donde ocurrió esta historia de amor triste, y si viajan con su amado  o amada, bésense con todo el amor y la pasión que les quepa en el cuerpo, que  es la mejor manera de jurar amor eterno.

"No hay mayor gloria que morir por amor", dijo Florentino Ariza, el personaje de "El amor en los tiempos del Cólera". Que las batallas por la gloria y el poder son vanas, y los arrebatos por la verdad son pasajeros y que nada mas inmortal que la poesía misteriosa de un beso y nada mas eterno que el pétalo de una flor apretujado por el libro que se lee con sobresaltos, entre miradas nerviosas mientras se espera a la amada o al amado y no hay vista mas dulce que contemplar a aquella o a aquel a quien se ama  desde las alturas celestiales de un balcón.

Que perduren por siempre los balcones de las casas de Guaduas.

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