LA INTIMIDAD  2

La única noche de pasión que compartieron Romeo y Julieta, escucharon el canto de un ave: -Es el ruiseñor- dice Julieta. Romeo responde:

-Es la alondra que anuncia el alba; no es el ruiseñor. Mira, amada mía, cómo se van tiñendo las nubes del oriente con los colores de la aurora. Ya se apagan las antorchas de la noche. Ya se adelanta el día con rápido paso sobre las húmedas cimas de los montes. Tengo que partir. O si no, aquí me espera la muerte.

La noche como aliada del amor prohibido; la oscuridad, cómplice del amor furtivo. La luz del día amenaza a los amantes. La intimidad se desvanece ante la claridad que acorrala las sombras. La intimidad como el disfrute de la presa  que hay que esconder de los  enemigos. Atentas, las miradas furtivas, los oídos prestos a descubrir lo que esconden los de al lado.

En tiempos contemporáneos, la intimidad ha volado por los aires y ha adquirido nuevas connotaciones. Los algoritmos han convertido la vida de las personas en datos que se venden al mejor postor, y la red es el punto de encuentro entre lo público y lo privado. Los estados y las grandes corporaciones lo saben todo. Lo privado deja su carácter secreto, íntimo y se exhibe vanidoso para deleite de hordas numerosas que convierten las redes sociales en escenario de revelaciones de lo íntimo.

Avizoro un mundo cercano en el que las tecnologías eliminarán para siempre lo privado. Todo se sabrá por obra y arte de artefactos capaces de penetrar incluso la fisiología humana y el control absoluto de las vidas intentará robotizar nuestras existencias.



Desgarrado por el conflicto permanente entre lo propio y lo colectivo, el ser humano realiza una batalla descomunal cuyo desenlace es imprevisible. La caricia tibia y delicada  de la intimidad es amenazada por los vientos devastadores del reclamo social.

Desde lo profundo de nuestras entrañas, el rugido aterrador  reclama el espacio sagrado de lo íntimo, tan vinculado a nuestros genes y a los reclamos ancestrales.