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jueves, 29 de diciembre de 2011



DOGMATISMO Y MAREAS
Cuando discutimos temas de interés público, experimentamos la sensación de movernos en el pantano de los clichés. Desplegamos el catálogo de las ideas inconmovibles, las que nos aseguran la tranquilidad de la conciencia, a pesar de sentir adentro la desazón que produce el saber que lo que afirmamos carece de la evidencia y la prueba. Buena parte de los diálogos que mantenemos son la emisión de un programa grabado que se repite sin descanso.

Son numerosas las razones por las cuales nos negamos a aceptar los plantamientos de otros: pertenecer a un movimiento o partido distinto, a una clase social, raza , religión o generación diferente. En estos casos, los debates parecen dos líneas paralelas que corren sin encontrarse. Asumimos de esta forma la paradoja del diálogo: seres frágiles que pretenden ser dioses infalibles, a pesar de la relatividad de las cosas humanas.

A lo largo de nuestras vidas comprobamos que lo que da seguridad a la existencia de los grupos es el dogmatismo. Intolerancia revestida de rito que no tiembla para aplicar cualquier medida, llámese limpieza étnica, nacionalismo, defensa de la democracia, valores religiosos. Es justo señalar también que en el devenir de la historia humana son numerosos los casos de personas y grupos que han ejercido el derecho inalienable a la protesta. Ejemplos recientes los hemos visto en Libia, Egipto, Siria, Chile, Colombia, España, Estados Unidos.
Sentirse libre, navegar por las aguas agitadas de la vida, equivocarse, conmoverse son derechos inalienables de los seres humanos. Vivir en el dogma da seguridad, la que nos impide disfrutar de la vida en todas sus dimensiones.Creo que esto es lo que trata de decirnos Christopher Hitchens en ese libro formidable que es HITCH 22.

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1 comentario:

  1. También en éste tema, tiene mucho que ver la costumbre.

    Paola

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