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jueves, 16 de septiembre de 2010





LA FERIA GANADERA DE GUADUAS

La mujer se arregla el sombrero, coqueta. Sobre su hombro izquierdo, el poncho. Viste bluyín y una blusa descubierta. A su lado, otras mujeres, con pintas similares. Beben cerveza en una de las casetas de la Feria Ganadera. Al poco rato, tres hombres departen alegremente con las chicas, bailan, bromean y beben(Cerveza, aguardiente). La caseta está a reventar. Parejas, grupos de muchachos y muchachas, adultos-solos o acompañados- bailan, gritan, ríen, en medio del ruido infernal de cincuenta casetas que compiten por imponer el sonido de su música.

En las dos calles que circundan la Plaza de Ferias, se han instalado las casetas y los puestos de comida: mazorcas, carne asada, chuzos, perros, sánduches, embutidos. Las dos calles, atestadas de gente, se han convertido en escenario de un ritual anual que transforma las costumbres de los habitantes de Guaduas y da paso al goce que se prolonga durante seis días, tiempo durante el cual importa cambiar de pinta, reemplazar la ropa de todos los días por el atuendo tradicional, medio vaquero, donde el sombrero, el bluyín y el poncho se convierten en las prendas oficiales de un carnaval etílico y dancístico.

Hace algunas dècadas, la feria era una celebración masculina, con casetas que exhibían y ofrecían prostitutas importadas de poblaciones vecinas, arrulladas por el canto bravo y lastimero de las rancheras. Experiencia adulta y masculina, ejercicio subversivo del erotismo censurado. Para muchos guadueros-y especialmente para las guadueras- La Feria era un acto de hombres, para hombres, y existía la curiosidad por ver de manera secreta-tal vez desde las ventanillas de un vehículo ubicado de manera estratégica cerca del lugar- aquella orgía pecaminosa de la cual estaban excluidas las personas decentes-así se decía-. En casetas de lata, y sobre esteras y colchones la lujuria se desfogaba en tiempos breves. Luego, otra vez el trago, el baile y otros a echarse un polvo de gallo, rápido, certero, sin mucha ternura.

La música era una sola. Rancheras de José alfredo Jiménez, Pedro Infante, Vicente Fernández, Cornelio Reina y otros que conforman el santoral de la música popular latinoamericana. Hoy, se vive la presencia de ritmos pertenecientes a distintas èpocas: Casetas donde se escucha reggaeton, hip hop, y la rama sentimental de neo baladistas , alternando con otras donde la música tropical-merengue. salsa, vallenato- es la reina. Por supuesto, México siempre presente con corridos, tecnorrancheras y demás ritmos derivados de la música ranchera, con temáticas actualizadas donde corren ríos de sangre y lágrimas causadas por los narcos y las mujeres que han decidido abandonar el pudor y la contención, para desgracia de "los pobres hombres".

Se viven épocas distintas. La rigidez de otros tiempos, la doble moral y las normas rígidas han dado paso a actitudes descomplicadas en las que el cuerpo ha dejado de ser un objeto oculto para mostrarse semidesnudo y provocativo. Y la mujer, posesionada de sus derechos, se ríe de los intentos masculinos de dominación, meros remedos de prácticas que afortunadamente han desaparecido sin pena ni gloria.

La rumba, de esta manera, es el evento social más poderoso y con el cual se socializa y se comparte. Estilos y maneras, modas, gadgets y convenciones al servicio de la seducción, que en este caso ha dejado de ser patrimonio exclusivo de los hombres. Atrás quedó el reducto masculino. Se vive ahora la experiencia del bosque perfumado, la invasión inevitable de las nuevas amazonas que han abandonado la jungla para posesionarse del mundo urbano.

Ah, olvidé contar que en esta feria se comercializa ganado, se realizan exposiciones equinas y caninas y se premian a los mejores ejemplares.

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