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sábado, 24 de julio de 2021

 


EL CUERPO

Para algunos, el cuerpo es un templo; para otros, un centro comercial. Para Wayne Mc Gregor es un archivo. "Somos la suma de nuestra memoria genética, somática y emocional. Construimos un conjunto de datos que usamos para navegar por lo familiar y por lo desconocido (Nuestros cuerpos son historias, entrevista de Roger Salas a Wayne McGregor, Babelia).

El cuerpo, objeto de prohibiciones para las religiones, espacio de combate donde se dirime la batalla perpetua por su dominio, posesión patriarcal, fuente de búsqueda y de placer, mera envoltura de algo mas sublime- el alma-, máquina exquisita capaz de desafiar la gravedad, objeto de deseo y condición ineludible del consumo, en fin; que el cuerpo ha sido y es tormento y búsqueda, totalidad y liquidez. 


Objeto tan codiciado por tantos, el cuerpo exhibe su cambiante disfraz y cada época le atribuye signos y destinos, pues allí se definen batallas en torno a su condición. La mirada masculina ha sido proclive a fijar límites morales y a imponer criterios de belleza, seducción y control. Las prendas son mas que envolturas; definen las normas de belleza, discreción, osadía y rebeldía. La desnudez se asocia con la transgresión de los códigos morales y no existen miradas serenas ante la piel desnuda. 

Las enfermedades son las compañeras permanentes del cuerpo. Ahí están, recordándonos nuestro carácter mortal. "Es difícil seguir siendo emperador ante un médico", le escribe Adriano a Marco en la novela de Marguerite Yourcenar. Ante las enfermedades, el cuerpo se torna sumiso, callado. A su vez, ante las enfermedades, el cuerpo descubre placeres íntimos como disfrutar del silencio, revisar el decurso de la existencia y vivir, en directo, la proximidad de la muerte.


Por ser nosotros una especie cargada de símbolos, el cuerpo se asume como una hoja de papel sobre la que se escribe o se pinta. Cada trazo intenta dotar al cuerpo de significados, de ampliar o reducir el tamaño y la forma de algunos órganos. La ciencia médica se desvela tratando de prolongar la vida y la vejez se asume como una carga a la que hay que eliminar de tajo. El cuerpo se exhibe, se agita como arma de seducción, de poder. Y el color de la piel y el tipo de cabello condenan o privilegian a grupos, estigmatizan a pueblos enteros e imponen las marcas onerosas de las razas, vistas unas como superiores.

En especial el cuerpo de la mujer reclama su independencia de imanes, pastores, curas, patriarcas, policías, jueces, políticos. Los géneros y la identidad ofrecen una gama de tendencias contestatarias y movimientos femeninos derriban los pedestales de acosadores y violadores.



Que el cuerpo se confunda con el tronco altivo del árbol centenario, que el rostro se asimile a las flores y en cada especie veamos una señal de encuentro y regocijo. La vanidad humana es nada si deja de lado la relación armónica con el mundo. Al fin de cuentas, dependemos de todos y la permanencia en este planeta depende de cómo nos integremos con el resto. El cuerpo que adquiere matices variados en la relación con otros cuerpos. Un cuerpo asumido como fruto de la naturaleza. Un bosque.



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