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viernes, 10 de junio de 2011




EL TRAVIESO EOLO



Cuando el viento se apodera de los lugares y la brisa corre libre y golpea nuestros rostros, un sentimiento de extrañeza nos invade y nos separa de la normalidad. Por un instante nos sentimos más cercanos a la naturaleza, aspiramos con mayor intensidad el aire y observamos el mundo con lentes despojados de tantas ataduras. Las montañas proyectan por el sol majestuoso que las acaricia unas tonalidades brillantes que con solo mirarlas nos tornan alegres, con la sencillez que tienen los momentos de mayor goce. Han cesado las lluvias un poco y los días aclaran más temprano.

El viento, "bello extranjero sin el cual no puedes vivir-que dijo la Yourcenar-ha regresado con bríos luego de meses de lluvias. Tímido al comienzo, ha comenzado a desplegar sus alas y como carece de buenos modales, despoja de sus hojas a los árboles, arranca techos cuando está de mal humor y obliga a las mujeres a guardar sus faldas. Alvaro Cunqueiro, el polígrafo gallego relata en su hermoso libro VIAJES IMAGINARIOS Y REALES que los vientos tienen su casa, y prueba de ello es "...lo acontecido en la antiguedad en Grecia, en Turios, donde un día apareció en la ciudad, en la espaciosa bahía, una flota enemiga. Los turienses llamaron al viento Norte, el cual compareció fidelísimo y violento, dispersó las naves en las que valientes guerreros se disponían a saltar a la playa y a atacar la ciudad. Los de Turios, agradecidos, hicieron al viento Norte- a aquel viento Norte camarada- polites, conicudadano suyo, y le regalaron una casa y unas tierras de labor. y el viento, fati¡gado de vagabundear, se quedaría allí para siempre, sembrador de trigo y recolector de olivas".

Los que habitamos entre montañas apenas conocemos algunos ejemplares de vientos, los menos macizos. De vez en cuando logran causar daños, parecidos a los de un infante. En otras regiones, como en las dos Costas y en las islas, tienen sus habitantes que lidiar con vientos de verdad, torbellinos,huracanes, tornados y vendavales, que causan daños severos. Por supuesto, los vientos son generosos la mayor parte del año, y nada más agradable que recibir la brisa que desciende de La Sierra Nevada de Santa Marta. Igual ocurre con la caricia helada de los páramos.

Cuando los vientos se desmadran, quisiéramos tener el poder de los vikingos, de quienes cuenta Cunqueiro que "sabían adormecer los vientos con una magia en la que entraban cantos de pájaros, pero en ningún lugar he encontrado detallado el asunto. En cambio, los pilotos de los califas de Bagdad conocieron en el Índico, más allá de Trapobana, a ricos príncipes que tenían vientos como esclavos, y que les cobraban un tanto en oro por tener a sus fieles sujetos, como perro con cadena, mientras las naves árabes iban y venían de Especieria". Y seguimos con Cunqueiro. Para los chinos, todos los nueve vientos , cinco continentales y nueve marinos que recorren su geografía"...andan por el cuerpo humano como soplos, siendo muy compleja la técnica que permite sujetarlos...Cada viento suelto en el cuerpo produce determinada enfermedad, que cura tan pronto el viento maléfico es "atado". Los nudos que atan los vientos se consiguen a la vez con medicinas, con palabras y con determinados movimientos del cuerpo, a veces vedaderas danzas".

Los poetas aman los vientos. Uno, JOSÉ MANUEL ARANGO, que me parece tiene influencia de la poesía japonesa, enlaza de manera sutil dos momentos:

Con qué furiosa alegría
estalla la rosa,
sola en la punta de su vara
junto al muro,
y amarilla,¡amarilla!

rodeada de una penumbra
malva-

Qué gozo ebrio
hay en el paso
de la desconocida
que cruza el puente
con el viento en la cara,
el pelo en el viento, y la sonrisa delicadamente
feroz-


Un amigo me contó en noche de tragos que cuando conoció a quien es hoy su mujer, solía susurrarle al viento palabras amorosas dedicadas a su amada. Yo le pregunte a ella si sabía lo que hacía su enamorado. Me miró fijamente y me dijo: en aquellas tardes cuando la nostalgia pega duro me acercaba al río y atendía a su eco. El viento delicado se me acercaba y yo escuchaba el canto optimista de mi hombre. Así paliaba su ausencia.

Una de
las sensaciones más bellas la da la tarde pasada bajo un palo de mango, acariciados por la brisa fresca que agita las ramas, el aroma del tinto se escapa de la cocina y las palabras danzan al vaivén del viento.



2 comentarios:

  1. Hermoso... "Sembrador de trigo y recolector de olivas". Más hermoso aun, cuando lleva las palabras... Los susurros.
    Paola

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  2. Para mí, sentir el viento es uno de los mayores placeres de la vida. Nada mejor que sentir el viento jugando con mi cabello, otorgándole formas caprichosas.

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