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sábado, 15 de abril de 2023


EMILY DICKINSON:  RECREAR LA BELLEZA DEL MUNDO

En el pequeño espacio de su casa  rodeada de jardines, una mujer, Emily Dickinson,  fue capaz de elaborar la poesía mas sensible y bella de la literatura norteamericana. Nunca viajó al exterior, fueron muy pocos sus recorridos a lugares cercanos y su relación con otras personas se reducía a su familia y a unos pocos amigos. Sus poemas establecen un nexo entre el universo y las emociones, transitan por lo divino y lo humano y escarban hondo en las preguntas esenciales. Ella recreó la belleza del mundo con su libreta bordada, sus trazos ligeros y la mirada que penetra mas allá de lo evidente. Ella recreó la belleza del mundo.


Cuando la divisé, ¡tan tímida!/ tan linda, tan avergonzada/ ¡Tan escondida entre sus hojas/ porque nadie la hallara!

¡tan sin aliento hasta que junto a ella/pasé! Tan indefensa cuando/me volví y la arranqué- luchaba, enrojecía/De su simple querencia!

Por quién le robé al huerto,/por quién traicioné al valle,/muchos sin duda preguntarán./ Pero yo nunca contaré.

Tenía la manía de armar sus libros tejidos. y ella misma los ilustraba, allá en su casa refugio. ¿Cómo logró dotar su poesía de la trascendencia y lo cósmico?


Para ser reverentes ante los simples días/que nos traen las estaciones,/ es suficiente recordar que pueden/restar- de ti, de mí- la nadería /que se llama mortalidad.

Escribe Aitana palomar en National Geographic: "Su obra denota una extraordinaria capacidad para observar el mundo a su alrededor, desde el sutil zumbido de una abeja hasta el carácter inapelable de la muerte".

Algunos guardan el domingo yendo/ a las iglesias. Yo lo guardo en casa,/ con un gorrión como corista/ y un huerto como cúpula.

Ellos se visten de sobrepellíz,/ yo con mis alas. Y en lugar de reiques/ de campana que llamen a los templos,/ nuestro pequeño sacristán gorjea.

Y Dios- notable clérigo- predica/ y su sermón no es largo./ Así, en vez de ir al cielo cuando muera/ voy desde ahora al cielo.

Camino por las montañas imponentes de Guaduas, el sol primoroso, los bosques perfumados. Me detengo y me parece observar una figura, vestida de blanco, acariciando unas flores.  Es ella. Me sonríe y luego desaparece. 


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