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sábado, 3 de agosto de 2013

geofonía



SONIDOS  Y SENSACIONES

Un sonido suave invade el ambiente de una población rural en cualquier lugar del mundo. Al comienzo, el viento produce un murmullo delicado y las hojas de los árboles se mecen perezosas al vaiven de su voz. Poco a poco aumenta la intensidad del viento. Las ramas de los árboles danzan alocadas y una lluvia ligera es arrastrada sin permiso, humdeciendo  el campo. Un rayo se desgaja imperioso y el ruido de un trueno atrae la atención de los moradores del lugar. Silba furioso el viento y  la tormenta  de rayos y lluvia golpea sin piedad.

Es una  tempestad.


Existe una conexión  que permite asociar los sonidos con la aparición de fenómenos naturales y culturales. Una motosierra que vibra en la mañana altera la tranquilidad del campo. Una bandada de garzas emite su canto y la cornetas de los vehículos reclaman el paso por una vía. Nuestras vidas se explican en parte  por la innumerable cantidad de sonidos que nos acompañan desde la cuna hasta la sepultura. 


Bernie Krause es un músico, bioacústico y grabador de sonidos ambientales que ha dedicado 45 años de su existencia a a grabar los sonidos de la vida silvestre; ¿Cómo suenan  las planicies a la madrugada? ¿Oyes el golpeteo constante del pájaro carpintero? ¿Escuchas el ritmo acompasado de los pájaros en una zona boscosa de Estados Unidos? ¿Así sonaba un bosque antes de ser convertido en negocio maderero? En su trasegar por lugares diversos del país, Krause ha clasificado los sonidos en Geofonía-los ruidos de una montaña, un río-, biofonía-sonidos de los seres vivos-, y antropofonía-los ruidos humanos.

Los procesos acelerados de urbanización han transformado de manera radical los sonidos ambiente. En una entrevista a The Guardian comentó Krauser: "El frágil tejido del sonido natural está siendo hecho añicos por nuestra aparentemente  ilimitada  necesidad  de conquistar el medio ambiente, mas que de encontrar un camino para convivir con él".


Nuestro cuerpo también genera sonidos. Existe una terapia  para aliviar las preocupaciones y malestares que nos ocasiona  el barullo de cada día. Es sencilla y no requiere de filas interminables ni de fórmulas costosas:  En el espacio íntimo de la habitación, se cierran los ojos y se dirige la mirada hacia adentro, explorando cada partecita de nuestro cuerpo, concentrando la atención en el recorrido por cada zona de nuestra geografía íntima.  Como una pieza musical de impecable factura, percibimos las tonalidades y ritmos que componen la sinfonía esplendorosa del cuerpo.

Si estamos junto a un pequeño parque, un bosque arrinconado por  el cemento, un panorama vasto de planicies y montañas, playas, esteros jardines, el placer se multiplica por mil. Sentarse en una banca, en una roca, echarse en la arena y contemplar, maravillado  el verde de las plantas y árboles, el colorido de las flores, los contrastes de azul y amarillo. Entonces, respiramos  profundo y nos compenetramos con los sonidos ambiente. Regalo invaluable el canario que pellizca entre la grama, los perros juguetones. Si es en el campo, la dicha es total.


Recorro a veces alguna zona rural de Guaduas. De las cosas que me atraen, las voces que se perciben a lo lejos. Un grito para atajar el ganado, las risas de los niños en el patio de la casa, el vuelo sobresaltado del ave ante nuestra cercanía, el sonido cantarino  de la quebrada, la rama que se quiebra ante la carrera despavorida de una lagartija.

El mundo es una caja de resonancia de los que lo habitan, pelota de sonidos en el universo. En la madrugada, cuando "el músculo duerme", los sonidos adquieren un significado especial. Ese carro que pasa raudo, ¿qué historia contará?;   esa tos aguda, ¿qué señal de advertencia emite?; la rama de un árbol se desgaja, alguien toma un vaso de agua, otros roncan, un gemido de placer abre las puertas de la curiosidad.


Por las nuevas tecnologías, nuestras relaciones han sido afectadas por  sonidos que redefinen las reglas de los encuentros, las dinámicas de los intercambios: los ringtones de los celulares, los avisos de nuevos mensajes en el teléfono celular y las tablets. Interactuar es una manera de distraer la lectura permanente de mensajes, conversar es un ejercicio paralelo al del manejo de algún gadget.  Pienso que estamos en una etapa de deslumbramiento ante la seducción avasallante  de los aparatos electrónicos. Mas adelante, cuando hayamos satisfecho la novedad, otras nuevas maneras de intercambio surgirán y de nuevo, otras costumbres tan vinculadas a nuestros sentidos.Lo cierto: es tal el poder de los aparatos para encantarnos con nuevas experiencias, que el diálogo habitual ha perdido fuerza.


Matsuo Basho, el poeta japonés escribió algunos haikus en los que los sonidos parecen desgarros del alma:


A la intemperie, 
se va filtrando
el viento hasta mi alma.
...
Visión en sombras.
Llora una anciana
sola, la luna como amiga.
...

al oscurecerse el mar
las voces de los patos salvajes
son vagamente blancas





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