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sábado, 8 de junio de 2013







ALMUERZO  EN FAMILIA

Alegre, M. se levantó esa mañana, dispuesto a aplicar el lema de "la mejor ,manera de vivir cada día consiste en ser optimista". A desechar los pensamientos negativos, a conquistar con palabras amables a todo aquel se cruce en su camino, pensó M. mientras se miraba al espejo. Aquel día, sábado 16 de mayo se encontraría con su familia, en un almuerzo que prometía pasar a la historia como ejemplo de armonía y amor.

¡Qué de abrazos, risas, palabras generosas al saludarse los invitados! Las tías, siempre diligentes y amables; los hermanos, llenos de amor filial, el primo recién llegado de Europa, la mamá, el papá, Emperatriz, la mucama y por supuesto, los niños y los abuelos. Ah, y Saturno, el perro. La oración de la abuela conmovió a los asistentes mayores.



Sentados a la mesa, se alistaron  a disfrutar de las viandas que con tanto amor había preparado doña Pepita, la mamá de M. -Sancocho- dijo entre discreta y vanidosa, mientras depositaba los platos del típico colombiano. Su marido y otros cuantos aplaudieron a doña Pepita. Mike- en verdad, Miguel- miró con ojos de desaprobación. La abuela, siempre tan buena observadora, preguntó:- ¿Algún problema, Miguelito?-. Todos miraron con ojos de reproche al recién desembarcado de Europa. -Parece- dijo Mike, - que comer es un acto irreflexivo, una manera de buscar la muerte sin necesidad.Un sancocho...-, pero no pudo terminar porque el abuelo terció en la conversación: -¿ qué carajos pasa con el sancocho?-. Mike(Miguel), sin descomponerse enumeró, una a una, la diez razones por las cuales este plato debería desterrarse de la mesa.Y concluyó: -Perdón, tía, dijo mirando a doña Pepita,- ya es hora de que nos ajustemos a los estándares de la comida sana-. Y se calló.

Un silencio se apoderó del comedor. M., furioso, ripostó: ¿Así que comida sana? ¿Y qué de las hamburguesas que se tragó en MacDonalds el fin de semana pasada? Carne picha, gorda, asquerosa-. Silencio. Mike hizo un gesto de desagrado. La tía Juana, que se muere por Mike, dijo: ¡Qué falta de respeto con quien ha viajado y tiene autoridad para hablar de comida. Lo que pasa es que M. es un envidioso-.


Doña Pepita, tan medida y tranquila, tomó la palabra:- Pi pi..do que respeten a mi niño. Juana se cree ahora de mejor familia porque su marido trabaja en Ecopetrol. Ya se le olvidó cuando aguantó hambres hace tres años  y el sinverguenza de su marido se la pasaba calle arriba y calle abajo pendejiando con sus amigos-.

Voces, gritos, lágrimas estallaron a una. Juana se levantó y se dirigió a la salida, seguida de sus dos hijitos. El abuelo, impávido, devoraba con placer su sancocho. Mike siguió a la tía, con tan mala suerte que al mover su silla derramó dos platos de sancocho en la mesa. -Grosero, degenerado-, gritó M. Un pedazo de mazorca voló a la humanidad de Mike, con tan mala suerte que aterrizó en el rostro de la abuela. El abuelo, furibundo, empuñó el cuchillo y se dirigió a M. - Adónde va. desgraciado- bramó Pepita, armada de un plato que estrelló en la cabeza del abuelo.



Los niños, atraídos por el show, se ubicaron en las escaleras para observar el panorama. Emperatriz recogía el recado del piso y una de las tías aplicaba hielo en la cabeza del abuelo. Pepita lloraba desconsolada y M. la abrazaba tiernamente.

-Tranquila, mamá, es solo un sancocho- le dijo M. a doña Pepita. Saturno, goloso, devoraba dos pechugas.

2 comentarios:

  1. Excelente... me encanta leer este tipo de historias sobre todo cuando la lectura provoca la imaginacion.

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