LÁGRIMAS

A mí me gusta la versión de Lágrimas Negras, interpretado por Omara Portuondo con Buena Vista Social Club: "Sufro la inmensa pena de tu extravío/ siento el dolor profundo de tu partida/ y lloro sin que sepas que el llanto es mío/tiene lágrimas negras/ tiene lágrimas negras/como mi vida". Con las lágrimas de las canciones se podría crear un océano, salado y gris, supongo.

Las lágrimas, ese corolario de la pena, la materialización del dolor íntimo, emoción húmeda, abundancia de razones afligidas sin palabras. Digo llanto y la razón se esconde. ¿Por qué lloramos? Porque es de día y es de noche. Por las razones que sean, lloramos. Unos mas que otros. Los hay que consideran las lágrimas una muestra de debilidad- machos somos, aunque lloremos-.

Un profesor japonés recorre su país realizando talleres para estimular el llanto. En una sociedad parca con las expresiones en público, llorar es un asunto muy privado. A veces las lágrimas no salen, la emoción atora la garganta y las lágrimas nada que aparecen.  Así que un buen curso abre la compuerta de la represa y el alma se inunda con la inundación  de las penas. 

Hay personas que jamás vierten una lágrima, excepto cuando ven una película, escuchan una canción o un relato enternecedor. Sin permiso, ellas- las lágrimas- asoman y los susodichos limpian la evidencia de prisa, no sea que algún tonto vuelva burla ese arrebato incontrolable.

Cuando la injusticia campea, las lágrimas se tornan protesta  dolorida.  También manifiestan la violencia dentro de casa, la agresión gratuita, la burla. 

Las lágrimas son la demostración palpable de nuestra composición: acero líquido en un bosque  de incertidumbres. Lluvia  que fertiliza el alma con nuestras emociones. Cemento para el camino de la resistencia.