LOS PEQUEÑOS PLACERES
"Vamos a seguir siendo lo mismo, pero un poco peor", dice Fernando Savater en una entrevista publicada en El Tiempo del 4 de julio. "No creo que vayamos a salir mas fuertes ni mas buenos. No. Vamos a salir mas pobres, porque esto será un golpe muy grande para todos los países".
Piensa Savater que "cuando acabe la pandemia y encontremos la vacuna, la gente volverá a lo mismo que éramos. Pestes y plagas ha habido muchísimas y la humanidad no ha dejado de ser lo que era".
Para Savater, "las cosas que cuentan en la vida no son los grandes objetivos, sino el día a día, los pequeños placeres: el paseo, la ternura de una caricia,, ir a buscar a unos amigos para ir a tomarse una copa en un sitio agradable, una palabra amable, comprar pequeños caprichos gastronómicos o indumentarios. En fin, todas esas cosas que vemos como rutinarias y que a veces no les damos importancia. Ahora estamos viendo hasta qué punto perderlas es un cierto fracaso en la vida".
Encuentro razonable lo que expresa Savater, así que voy a tratar de listar los que considero pequeños placeres:
Caminatas por los alrededores de Guaduas y el goce absoluto de los paisajes verdes.
la lectura de una novela o un ensayo que me causan placer, inquietud, dudas.
Un encuentro con mis amigos alrededor de una taza de café o de una bebida espirituosa.
Escuchar música solo o en compañía.
Un viaje a algún lugar en el que el azul del cielo se confunda con la inmensidad del mar, donde la sabana aparezca como un lienzo infinito y las montañas nos sorprendan con sus vestidos de colores.
Un almuerzo salpicado de buena conversación y sabores y olores y colores tentadores.
Una película que nos conmueve y nos ofrece miradas complejas sobre la existencia humana.
Echarle la manito a alguien cercano que lo necesite.
Mirar el firmamento en la noche y saber que el día ha sido bello, que el viento corre igual que siempre y el ritmo de la vida asume un paso lento.
Ver el sol radiante y escuchar los pájaros sonoros cada mañana.
Apreciar el ritmo de la cotidianidad en la calle.
Apreciar el ritmo de la cotidianidad en la calle.
Agradecer todos los días la compañía de personas a las amamos. En especial, Amelia y Matilde, mis dos nietas.
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