LAS PLUMAS DEL DESEO
En la moda confluyen las tendencias, miradas, provocaciones, deseos, imposiciones y silencios mas disímiles de una sociedad. La moda, al igual que el caracol, carga el fardo liviano y pesado de los deseos recónditos de quien la lleva, de quien la imaginó, y de quien, desde la libertad-o la prohibición- la mira.
Camaleónica, la moda es arquitectura del deseo, prisión del deseo del otro. Desde la rígida celda de la burka, la mujer despliega su mirada soberana sobre los hombres; sobre la piel desnuda , la mirada furtiva o abierta que explora el cuerpo apenas cubierto con el bikini.
La moda es libro y mercancía. El conjunto arroja toneladas de indicios sobre lo que somos. Obra abierta con múltiples narradores, personajes , tramas, tiempos y espacios. La moda sirve de señuelo para provocar la tentación de comprar.
Diversa, la moda es señal distintiva de clases, de grupos y de personajes en busca de una identidad propia. El diseño de la moda marca los mojones de un territorio complejo: el cuerpo. Escenario de combates sangrientos en los que la mirada cargada de deseo, de moral, intenta establecer los límites de lo posible, o transgredir las fronteras de lo normal.
La moda genera placer a quien la lleva, confort y orgullo. La moda a veces incomoda, fardo pesado que niega el ser íntimo de quien la luce.
La moda genera placer a quien la lleva, confort y orgullo. La moda a veces incomoda, fardo pesado que niega el ser íntimo de quien la luce.
Cada mañana nos ponemos las plumas que forman el complejo abrigo de la provocación y el deseo. En el amplio escenario de la cotidianidad, la moda reconforta y otorga bienestar.
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