MI EQUIPAJE
El tren partirá en la madrugada. Es un viaje sin retorno, así que alistaré mi maleta con apenas lo esencial.
Por supuesto, un libro.
Poca ropa.
El sonido de la quebrada Llanadas, atrapado en un frasco.
Una vista del valle de Guaduas, el que emerge seductor después del Alto de la Mona y La Playa.
Una libra de café. Arábigo, fuerte.
Los bizcochos de El Néctar. Para el camino.
Otro libro.
El olor del café.
La mirada coqueta de una mujer.
Un poco de silencio.
El verdor de muchos colores-que dijo el poeta-, de las montañas.
La comunión de un encuentro en el que la palabra brota espontánea y curiosa.
El calor y la brisa de los pueblos ribereños.
Mas verdor de montañas.
El humo irreverente que se escapa en una tarde de asado, el olor de la carne, el recado(vitualla).
El recuerdo de los amigos, siempre generosos, comprensivos.
El misterio de una tarde de cine, en buena compañía.
El azul del mar inmenso.
El reflejo del firmamento repleto de estrellas rutilantes
La noche y sus provocaciones. La sensación vibrante de la piel, el cuerpo hecho fuego.
Un costal de buena conversaciòn adobada con bebidas espirituosas.
La explosión de luces en la noches citadinas.
La música, la que guarda la memoria, la que se reproduce en el incansable movimiento de los días.
El sonido de los pájaros, la belleza de los arreboles.
La niebla, la penumbra.
En el corazón, la familia.
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