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viernes, 1 de febrero de 2013



C H I N A

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Carlos García Santa Cecilia escribió una postal, "Tribulaciones de un español en China", en la revista digital Frontera D, en la que describe sus impresiones sobre  el viaje que realizó allí:


Los antiguos chinos pensaban que la tierra era cuadrada y que estaba recubierta por una enorme bóveda celeste. Ellos eran, por tanto, y así se denominaban, “el país central”. Cualquier templo budista chino está custodiado por cuatro guardianes que exhiben sus armas y sus atributos con fiereza: el del Norte, el del Sur, el del Este y el del Oeste. Desde que los Zhou, después de las primeras dinastías difuminadas por la leyenda, condujeron a su pueblo hacia Oriente, los chinos se fueron aposentando, orgullosos, en su paraíso, los fértiles valles del río Amarillo y del Yangtsé. Brotaban centenares de fuentes en una inmensa y generosa llanura con abundantes árboles frutales y suaves colinas. Confucio, en los últimos años de los Zhou, formuló las reglas, preceptos y rituales que constituyen el sustrato de las costumbres y el germen de la cultura. Según los analistas, la principal seña de identidad del actual líder chino, Hu Jintao, es la vuelta al confucionismo como respuesta al equilibrio imposible entre el discurso comunista oficial y el frenético desarrollismo capitalista que exhibe el país.


A la dinastía de los Zhou la sucedió la de los Quin, que lograron la unidad del país, establecieron las reglas de convivencia y construyeron la Gran Muralla, para defenderse de "sus enemigos del norte y del este.Se conserva una tercera parte de los cerca de 9.000 kilómetros que llegó a tener (desde el desierto del Gobi hasta el mar) y los enclaves turísticos están atestados, sobre todo de visitantes locales, que buscan la sombra de las torres. Jamás fue eficaz en su función defensiva. “La robustez de una muralla”, dijo Gengis Khan, “depende del valor de quienes la defienden”. La Gran Muralla corona el más puro paisaje chino, serpenteando por las montañas de intensas tonalidades verdes. En contra de lo que se dice, no es visible desde la Luna, pero sí es la única obra humana que puede distinguirse desde el espacio".

 Cuentan las crónicas que el  rey Qin Chi Huang mandó construir una ciudad subterránea -Xian-, a imagen de la capital imperial, con sus ríos y montañas, palacios y calles. Y para evitar el deterioro que el paso del tiempo produce en los seres humanos, bebía mercurio recetado por sus médicos de cabecera. Sólo alcanzó a vivir 40 años (210 a.c.).A su tumba, ubicada en aquella ciudad, la vigilan 6000 soldados de terracota, descubiertos hace algunos años de manera accidental y convertida hoy en destino turístico mundial.




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Son 1200 millones de habitantes, con un grupo etnico mayoritario y un 7 % de otras minorías que se concentran en la región de Guillín. El estado chino ha limitado el número de hijos a uno por pareja, o dos, si el primero es una niña, y sólo en las regiones rurales.





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La personalidad más relevante de los cambios que se han venido sucediendo en China fue Mao Tse Tung, el gran timonel, quien derrotó primero a los japoneses que habían invadido a su país y luego a Chiang Kai -Shek, quien no tuvo más remedio que huír a Taiwan. De formación marxista, consideró que la clase campesina desempeñaba el papel atribuido por Marx y Lenin a la clase obrera en el liderazgo de la revolución comunista. A Través de una campaña ideológica, logró Mao imponer su concepción de estado y convertir a China en potencia mundial.




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Segunda potencia mundial, título alcanzado hace dos años, desplazando a su coloso y eterno rival: Japón. Basado en un modelo exportador, China ha inundado el planeta con toda clase de artículos. En una película norteamericana, conversan dos empleados de un gran centro comercial y uno desafía al otro a encontrar un producto que no tenga el rótulo made in China.Por supuesto,todos exhiben el susodicho rótulo. Anota García:


 Queda todavía la traca final. Si China es un arco y el Yangtsé la flecha, Shanghái es la punta de la flecha. Todo aquí es desmedido. Hay 6.000 edificios de más de veinte pisos, y apuntan muchos más, entre ellos una torre a medio construir que superará con  mucho los cien pisos; el año pasado el puerto movió 31 millones de contenedores; a mediados de los noventa no había metro en Sahnghái y hoy hay once líneas con más de 400 kilómetros; la población supera ya los 23 millones de habitantes… La ciudad conserva vestigios de su pasado, como la concesión francesa, donde el local en el que se fundó el Partido Comunista Chino por parte de un puñado de visionarios no despierta la mínima curiosidad de los viandantes. Julio Verne, en una de esas lecturas juveniles inolvidables, Tribulaciones de un chino en China, escribió que era (a finales del XIX) “una ciudad poco envidiable para habitación, pero de gran importancia comercial”.



Hace algunos días el Atlantic publicó una galería de fotografías en las que se mostraban diversos lugares de china cubiertos de nubes tóxicas debido al alto grado de contaminación, lo que obligó al gobierno chino a cerrar temporalmente un buen número de fábricas y a limitar el número de vehículos en las calles. 



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Neocapitalismo con dirección comunista, fórmula que ha permitido a China expandirse en el globo con un modelo de partido único-el partido comunista- y una severa represión a cualquier brote de inconformidad u oposición. Nada de lo que se diga o haga con respecto al desarrollo económico del mundo es indiferente al papel protagónico de China, y buena parte de la estabilidad económica mundial depende de la buena salud del gigante asiático.

De este país es nativo MO YANG, el ganador del premio Nobel de Literatura 2012, de quien hablaré en mi próximo post.

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