INSTRUCCIONES PARA EL FIN DE SEMANA
Primero hay que realizar los preparativos: el carbón, el aguacate, la carne: pulgarejo, costilla, centro, sobrebarriga.La cerveza se guarda en la nevera, las sillas se disponen al lado del equipo de sonido. El bluyín, infaltable como pinta de ocasión.
Entre una y dos de la tarde, la hora ideal para el asado. Ya suena Pedro Laza y sus pelayeros y los invitados llegan cumplidos a la cita. Arriban las mujeres, bulliciosas, llenas de alegría. Sus cónyuges, con cara de pasar una tarde agradable.
Los invitados se sientan y se disponen a iniciar el ejercicio más placentero de la vida: reírse de ellos mismos y de los demás. Yo, el anfitrión, soy objeto de las burlas de mis amigos. Por supuesto, es un toma y dame, en el que las palabras cumplen la función de dardos certeros.
La carne, jugosa. Se reparte en pedacitos,caliente, por tandas, acompañada de guacamole y recado. Entre el plátano, la yuca y la papa no hay disgustos. Alejo Durán nos habla de su pedazo de acordeón, con esa voz profunda y el acordeón que incita al canto.
Pasan las horas, conversando ¡Qué delicia jugar con las palabras, convertir cada expresión en calembur! Por supuesto, hay maestros connotados, que no dan abasto para el ingenio. Llega la noche y la brisa suave danza en nuestros rostros: De la red recién izada/gotas de luna(Mokkoku).
Poco a poco se van los amigos. A recoger el desorden y a reposar. Ha sido un día placentero, sin pretensiones. Arriba sonríen las estrellas.
El asado es taumaturgia que nos acerca a la poesía, al goce espontáneo.
Los invitados se sientan y se disponen a iniciar el ejercicio más placentero de la vida: reírse de ellos mismos y de los demás. Yo, el anfitrión, soy objeto de las burlas de mis amigos. Por supuesto, es un toma y dame, en el que las palabras cumplen la función de dardos certeros.
La carne, jugosa. Se reparte en pedacitos,caliente, por tandas, acompañada de guacamole y recado. Entre el plátano, la yuca y la papa no hay disgustos. Alejo Durán nos habla de su pedazo de acordeón, con esa voz profunda y el acordeón que incita al canto.
Poco a poco se van los amigos. A recoger el desorden y a reposar. Ha sido un día placentero, sin pretensiones. Arriba sonríen las estrellas.
El asado es taumaturgia que nos acerca a la poesía, al goce espontáneo.
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