PROHIBIR
"En 1857, Gustave Flaubert fue llevado a juicio. La publicación de Madame Bovary estremeció la moral de una república que nació a golpes de látigo y guillotina:"Es una incitación a la infidelidad y al suicidio", dijo el juez durante el proceso", nos cuenta Arturo Charria ( El Espectador, "disección literaria del relato amoroso"). A los cuatro meses del juicio, en el que no se encontraron pruebas suficientes para encontrar culpable a Flaubert, se publicó la obra en un solo tomo y fue, por supuesto, un éxito de ventas.
Desde niños somos educados en buena parte con un inmenso catálogo de prohibiciones, por lo que pronto aprendemos que el camino mas corto para lograr nuestros propósitos radica en subvertir las normas. Prohibición formulada, transgresión asegurada. "Prohibir algo es despertar el deseo", dijo Montesquieu.
Como especie, mantenemos despierta la curiosidad por el mundo que nos rodea. Es un perpetuo interrogatorio, alterado por los relatos cohesionadores de grupo, que da como resultado la ciencia, la cultura, la religión, el deseo, los chismes, las calumnias y la envidia.
La prohibición nace como arma de control de los grupos. Ser diferente implica romper las normas del redil, alejarse de lo que se considera válido. En ese manual inquietante de prohibiciones caen las tentaciones humanas, tan imposibles de controlar, tan propicias para perseguir brujas.
No sobra decir que existen prohibiciones necesarias- no matarás, no robarás-. Otras, son fruto prohibido que excita los sentidos- no desear la mujer del prójimo-. Las hay apropiadas para los tiranos-prohibidas las reuniones de mas de dos personas-. Las hay para todas las ocasiones y al igual que el oxígeno, no podemos vivir sin ellas.
La prohibición implica también el miedo. Traspasar los límites establecidos comporta el riesgo del castigo, la pérdida.
En la antigua Unión Soviética circuló un chiste que cae como anillo al dedo para esta plática:
Un policía le pregunta a otro: -Camarada, ¿qué piensa usted del gobierno?-
Su colega responde: -Lo mismo que usted, camarada-.
El primer policía declara: -En ese caso, es mi deber arrestarlo-.
María Martha Serra Lima canta: Soy lo prohibido/ soy ese vicio de tu piel, que ya no puedes desprender/soy lo prohibido/ soy esa fiebre de tu ser, que te domina sin querer/ soy lo prohibido/soy esa noche de placer, la de la entrega sin papel/soy tu castigo/ porque en tu falsa intimidad en cada abrazo que das/ sueñas conmigo.
A los humanos nos seducen y nos asustan las prohibiciones: "sin prohibiciones no hay erotismo", escribió George Bataille. Al Capone dijo: "la prohibición no ha hecho mas que dar problemas".
La prohibición es como un iceberg: una masa de hielo flotante de la cual sobresale apenas la octava parte de su volumen total. La parte sumergida es lo que resulta de la prohibición.
La prohibición nace como arma de control de los grupos. Ser diferente implica romper las normas del redil, alejarse de lo que se considera válido. En ese manual inquietante de prohibiciones caen las tentaciones humanas, tan imposibles de controlar, tan propicias para perseguir brujas.
No sobra decir que existen prohibiciones necesarias- no matarás, no robarás-. Otras, son fruto prohibido que excita los sentidos- no desear la mujer del prójimo-. Las hay apropiadas para los tiranos-prohibidas las reuniones de mas de dos personas-. Las hay para todas las ocasiones y al igual que el oxígeno, no podemos vivir sin ellas.
La prohibición implica también el miedo. Traspasar los límites establecidos comporta el riesgo del castigo, la pérdida.
En la antigua Unión Soviética circuló un chiste que cae como anillo al dedo para esta plática:
Un policía le pregunta a otro: -Camarada, ¿qué piensa usted del gobierno?-
Su colega responde: -Lo mismo que usted, camarada-.
El primer policía declara: -En ese caso, es mi deber arrestarlo-.
María Martha Serra Lima canta: Soy lo prohibido/ soy ese vicio de tu piel, que ya no puedes desprender/soy lo prohibido/ soy esa fiebre de tu ser, que te domina sin querer/ soy lo prohibido/soy esa noche de placer, la de la entrega sin papel/soy tu castigo/ porque en tu falsa intimidad en cada abrazo que das/ sueñas conmigo.
A los humanos nos seducen y nos asustan las prohibiciones: "sin prohibiciones no hay erotismo", escribió George Bataille. Al Capone dijo: "la prohibición no ha hecho mas que dar problemas".
La prohibición es como un iceberg: una masa de hielo flotante de la cual sobresale apenas la octava parte de su volumen total. La parte sumergida es lo que resulta de la prohibición.