CARTA DE AMOR A LA COMUNIDAD
No es sencillo. En épocas de individualismo extremo, en las que la prioridad no pasa por las luchas sociales y el capitalismo encuentra en las nuevas tecnologías un recurso eficaz para ejercer control social y convertir la interacción de las personas en mero despliegue de clics, hablar de comunidad se vuelve una necesidad.
No para la añoranza. Comunidades del siglo XXI, atravesadas por múltiples retos e infinidad de dudas. La velocidad de los cambios, el desplome de las certezas y el fin de los metarrelatos que persistieron hasta los años ochenta del siglo XX. Suenan los ritmos marciales de nacionalismos que enarbolan el pasado como la respuesta a la globalización económica y cultural.
En un mundo que se establece cada vez mas en megaciudades, la noción de comunidad explota ante las nuevas maneras de estar en sociedad. Bloques gigantescos albergan colmenas de individuos laboriosos y neuróticos y las relaciones se transmutan en virtualidades sin fronteras, mediadas por el consumo.
De la noción de bienestar colectivo pasamos a la idea de sociedad de servicios. Los derechos fundamentales de los seres humanos se convirtieron en mercancía: la salud, la educación, los recursos naturales- incluyendo el agua-, las vías, todo adquirió la condición de servicio privado.
En el ambiente se fue aclimatando la idea de aceptar como un asunto inevitable la administración privada de todo. Hasta hoy. El modelo de país capitalista, Chile, reclama un país diferente. Hay un ambiente de lucha, se vive de nuevo el reclamo por aquellos aspectos vitales de una sociedad. Cacerolazos, marchas, y por supuesto, la represión. Lo bello: las personas han vuelto a mirar a ese extraño, a su vecino, como aquel con las mismas dificultades y anhelos.
Como el derecho a protestar es tan esencial como el aire, propongo, o mejor, divulgo ideas que se mueven en el mundo:
Trabajar menos y gozar mas: abajo las jornadas de trabajo extendidas. laborar mas de cinco horas diarias es pecado mortal ¡ que trabajen las máquinas!
La riqueza de un país es su gente. Por ello, la distribución de la riqueza debe ser lo mas justa posible.
El ambiente es prioridad. Mejor un bosque que una empresa minera.
Propender por un salario universal, que satisfaga necesidades básicas de las personas.
Reconocer al ocio, al placer, al juego, a la fraternidad como los ideales de una sociedad.
Replantear el papel de las nuevas tecnologías: menos consumistas y mas solidarias y respetuosas.
Dedicar mucho tiempo a compartir en familia: nos esperan los parques, los campos deportivos, las bibliotecas, los museos, las montañas.
Antes de que el mundo desparezca por la ambición desmedida de los poderosos, vale la pena replantear nuestra existencia. El modelo capitalista de crecimiento es el veneno de la existencia humana.
Y no se rían de mí: porque me causa mucha dificultad creer que trabajando como burros alcanzaremos el bienestar y la felicidad de que tanto nos hablan a toda hora, en todos los lugares y por todos los medios.
En un mundo que se establece cada vez mas en megaciudades, la noción de comunidad explota ante las nuevas maneras de estar en sociedad. Bloques gigantescos albergan colmenas de individuos laboriosos y neuróticos y las relaciones se transmutan en virtualidades sin fronteras, mediadas por el consumo.
De la noción de bienestar colectivo pasamos a la idea de sociedad de servicios. Los derechos fundamentales de los seres humanos se convirtieron en mercancía: la salud, la educación, los recursos naturales- incluyendo el agua-, las vías, todo adquirió la condición de servicio privado.
En el ambiente se fue aclimatando la idea de aceptar como un asunto inevitable la administración privada de todo. Hasta hoy. El modelo de país capitalista, Chile, reclama un país diferente. Hay un ambiente de lucha, se vive de nuevo el reclamo por aquellos aspectos vitales de una sociedad. Cacerolazos, marchas, y por supuesto, la represión. Lo bello: las personas han vuelto a mirar a ese extraño, a su vecino, como aquel con las mismas dificultades y anhelos.
Como el derecho a protestar es tan esencial como el aire, propongo, o mejor, divulgo ideas que se mueven en el mundo:
Trabajar menos y gozar mas: abajo las jornadas de trabajo extendidas. laborar mas de cinco horas diarias es pecado mortal ¡ que trabajen las máquinas!
La riqueza de un país es su gente. Por ello, la distribución de la riqueza debe ser lo mas justa posible.
El ambiente es prioridad. Mejor un bosque que una empresa minera.
Propender por un salario universal, que satisfaga necesidades básicas de las personas.
Reconocer al ocio, al placer, al juego, a la fraternidad como los ideales de una sociedad.
Replantear el papel de las nuevas tecnologías: menos consumistas y mas solidarias y respetuosas.
Dedicar mucho tiempo a compartir en familia: nos esperan los parques, los campos deportivos, las bibliotecas, los museos, las montañas.
Antes de que el mundo desparezca por la ambición desmedida de los poderosos, vale la pena replantear nuestra existencia. El modelo capitalista de crecimiento es el veneno de la existencia humana.
Y no se rían de mí: porque me causa mucha dificultad creer que trabajando como burros alcanzaremos el bienestar y la felicidad de que tanto nos hablan a toda hora, en todos los lugares y por todos los medios.
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