CONVERSACIÓN Y COMIDA
La revista El Malpensante publicó una conversación con Mario Muchnik, editor de Cortázar, Canetti, Sontag, entre otros, a propósito de su libro Oficio editor. Juliana González-Rivera, la interlocutora, le propone un diálogo:" Mario, quiero que hablemos de comida, de tus cenas con toda esa gente que has conocido...". Y a continuación se suceden relatos de encuentros con escritores , bajo el presupuesto "solo si damos por cierto que la mayoría de los momentos importantes nos suceden alrededor de la mesa. Muchnik está de acuerdo".
Uno de los recuerdos entrañables del editor español sucedió con Cortázar: "fue en esas sobremesas que Cortázar les habló a los Muchnik de su sueño recurrente. Soñaba con una ciudad inexistente, que iba completando en cada sueño: un nuevo café, una nueva sala de billar, nuevos rincones. Cada vez que reaparecía el sueño, la ciudad crecía. Pero ese fue su último verano. Cortázar no alcanzó a terminar de construir su ciudad inexistente".
Anota Muchnik que escritores como Sontag, Cortázar, Canetti "...no se conformaban nunca con una respuesta circunstancial.- "-¿Qué tal está tu padre? -Bien, Susan, gracias- No, no, había que entrar en detalles, para ellos todo era atinente".
Comida y conversación inteligente, palabra y paladeo que concitan el pensamiento a deslizarse por caminos nuevos, momentos gratos en los que se alcanza un estado de complacencia física y deleite intelectual.
Para el común de los mortales, la comida constituye una oportunidad para desembuchar todas las historias cotidianas de enredos, amores, engaños, duelos, sueños. Nada mejor que un piquete alrededor del cual los comensales disparan su arsenal de chispazos, calembures, chismes y en el que la risa es el mejor remedio para la digestión."Cuando la gente se sienta a la mesa está contenta.Comer es una fiesta.Cuando yo me como un plato, no solo es el plato, me como el mundo", dice Muchnik.
Al finalizar la cena, nada mejor que una caminata-ojalá nocturna- durante la cual discurren nuevos temas, en un ambiente de placidez, la que otorga la seguridad de un estómago satisfecho. El ritmo lento, la palabra juiciosa juguetean con las luces y la prisa de los viandantes.
Anota Muchnik que escritores como Sontag, Cortázar, Canetti "...no se conformaban nunca con una respuesta circunstancial.- "-¿Qué tal está tu padre? -Bien, Susan, gracias- No, no, había que entrar en detalles, para ellos todo era atinente".
Comida y conversación inteligente, palabra y paladeo que concitan el pensamiento a deslizarse por caminos nuevos, momentos gratos en los que se alcanza un estado de complacencia física y deleite intelectual.
Para el común de los mortales, la comida constituye una oportunidad para desembuchar todas las historias cotidianas de enredos, amores, engaños, duelos, sueños. Nada mejor que un piquete alrededor del cual los comensales disparan su arsenal de chispazos, calembures, chismes y en el que la risa es el mejor remedio para la digestión."Cuando la gente se sienta a la mesa está contenta.Comer es una fiesta.Cuando yo me como un plato, no solo es el plato, me como el mundo", dice Muchnik.
Al finalizar la cena, nada mejor que una caminata-ojalá nocturna- durante la cual discurren nuevos temas, en un ambiente de placidez, la que otorga la seguridad de un estómago satisfecho. El ritmo lento, la palabra juiciosa juguetean con las luces y la prisa de los viandantes.
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