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sábado, 13 de noviembre de 2021

 



DE BARRIGAS Y AÑOS

" Barrigona" es palabra ofensiva en los comentarios acerca de la figura femenina. No sucede igual con "barrigón", circunstancia  ajena al ego de  los varones. ¿Acaso no hemos visto en la playa a señores con barriga super king acariciarla con fruición y orgullo?  "Catana y catano", en cambio,  son igualitarias pues con estas palabras se nombra en Colombia a los viejos.

Cuando Kate Winslet recibió el póster promocional de Mare of Easttown, lo mandó dos veces de vuelta porque le pareció que estaba demasiado retocado. “Vamos, chicos, sé cuántas patas de gallo tengo”. De la misma manera, tras ver junto con Craig Zobel, el director de la serie de HBO, la escena de sexo que mantiene con Guy Pearce, respondió con un “no te atrevas” a la intención de aquel de retocar digitalmente su barriga, una barriga que este año también luce esplendorosa en las secuencias de sexo junto a Saoirse Ronan en Ammonite, su anterior estreno. Así se lo contó a The New York Times en una entrevista esta semana(PALOMA RANDO,"KATE WINSLET Y LA POLÉMICA DE SU  BARRIGA O LA ENÉSIMA PRUEBA DE UNA AUTOESTIMA IRROMPLIBLE", domingo 6 de junio de 2021, EL PAÍS).



En el país de las cirugías y la eterna juventud, actitudes como la de Winslet desentonan. Culos y tetas, labios y nariz son objetos para ser acomodados al gusto de la demanda masculina, sazonada con el aire traqueto que tanto nos deslumbra. Sin embargo, un vistazo a cualquier calle de Colombia nos  arroja una colección de cuerpos distantes de los modelos impuestos en los medios y en los imaginarios de los que sueñan con parecerse a las figuras de carátulas de revistas de modas. 

En Colombia, una mujer abanderada de los derechos a envejecer sin retoques es Margarita Rosa de Francisco. Ella ha dicho repetidas veces que no tiene que ocultar el inevitable paso del tiempo en su figura.  Hace poco leí que las mujeres nigerianas se tiñen el cabello  de negro cuando empiezan a aparecer las canas. Los hombres se rapan la cabeza, así que el paisaje humano semeja una ola negra avanzando sobre el resplandor de playas de arena brillante.



Mas allá de las vanidades y deseos, la vejez es vista  como una desgracia y no hay duda de que en cierta forma lo es. El deterioro físico, las enfermedades , la pérdida de funciones vitales, el pesimismo, el escepticismo  y la cercanía de la muerte hacen de esta época un territorio en constante agitación. Así que las multinacionales de la belleza y la salud han creado un universo paralelo en el que abundan las ofertas para una larga vida, un bienestar que nos retorna a las épocas doradas de la adolescencia y la juventud. 

Existen consolaciones: como no es posible arrojarse desde un peñasco al río de aguas embravecidas, correr una maratón, pasar noche y madrugada en una farra, atracarse con una comida repleta de sabores y grasa, arrojarse a la arena de encuentros eróticos desmedidos, evitamos accidentes y vergüenzas, osos y fracturas. Mejor,  con una cerveza en la mano, mirar discurrir el mundo agitado, palpar con delicadeza el misterio que entraña una sonrisa, gozar de las risas y los juegos de los niños,  recorrer sin angustia los senderos de tiempos idos, arriesgarse a emprender las travesías inagotables que nos ofrecen los libros, disfrutar la calidez de una jornada en compañía de los seres queridos y pensar, con Buda, que la felicidad  son esos momentos con sabor a eternidad.



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