La pérdida del olfato es uno de los síntomas y efectos secundarios del covid. Como tal, causa malestar en nuestro bienestar físico y mental. Sin el sentido del olfato, perdemos una parte esencial de nuestra capacidad para leer y sentir el mundo. Leo en BBC NEWS que la universidad de Cambridge patrocinará un proyecto para armar un archivo de olores desde el siglo XVI hasta los comienzos del siglo XX". El proyecto unirá a historiadores, expertos en inteligencia artificial y perfumistas de Países Bajos, Alemania, Italia, Francia, Eslovenia y el Reino Unido" (University smell project to recreate historic industrial and perfume aromas, BBC NEWS).
Los olores forman parte central de nuestra memoria. Buena parte de los recuerdos mas duraderos están vinculados a olores variados que nos remiten a vivencias inolvidables: el olor de una fruta, la multiplicidad de aromas provenientes de la cocina familiar que nos conduce a la memoranza de vivencias vinculadas con la infancia y la juventud, en ese ámbito particular de la casa, el perfume que se congeló en el zaguán o en la alcoba de una casa, los olores mortecinos, el aliento del ser amado. En fin. Hoy, por el covid, usamos tapabocas, lo que nos aleja de percibir los olores del medio y de los que nos rodean.
"El perfume", la novela de Patrick Suskind, narra la vida de Jean - Baptiste Grenouille, quien percibe el mundo a través del olfato y busca el perfume perfecto que encuentra en mujeres jóvenes a las cuales asesina. La paadoja radica en que Grenouille carece de olor propio. Carlos Mejía Godoy canta: son tus perjúmenes mujer/ los que me sulibellan/ los que me sulibellan/ son tus perjúmenes mujer. La poesía está llena de aromas y esencias y los perfumes son componente imprescindible del retoque personal.
Si los olores desencadenan el placer, en el otro extremo aparece el asco, una de las emociones básicas, la que nos aleja de elementos descompuestos y dañinos, de olores desagradables. El asco posee un componente social excluyente, pues el mal olor se asocia con sectores pobres, con grupos minoritarios a los que se mira con desprecio.
Algunos de los olores que me cautivan: el del café en la mañana, que se levanta esplendente y nos anima a asumir las tareas del día con vigor, el olor sofisticado de la pomarrosa y del mango, el humo picante del asado que nos provoca, el del sancocho seductor, el olor a tierra después de la lluvia, la magia presente en el aroma de las flores, el aliento de un ser amado, la dulce piel de un bebé, el olor envolvente del monte, los olores mezclados de una plaza de mercado.
Ojalá algún grupo o universidad decida recoger los olores y fragancias de tiempos idos. Una manera exquisita de aprender historia de Colombia.
Excelente escrito. Felicitaciones profesor Dagoberto. Un saludo muy especial🙏
ResponderEliminarPadre Federico: qué gusto saber de usted. Lo extraño, pues su labor como rector fue definitiva para impulsar el Parroquial a niveles de calidad sobresalientes, además de su generosidad como persona y guía espiritual de la comunidad. Espero que donde esté siga ejerciendo ese magisterio, que tanto bien le hace falta a Colombia.
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