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sábado, 13 de febrero de 2021




 DE LA BREVEDAD Y OTRAS COSAS

A algunas personas las atropella la cascada impetuosa de las palabras, la retórica hecha emoción. A otros, los silencios, las pausas, las frases breves  son el ritmo perfecto para manifestar sus emociones. Lo barroco y lo minimalista. 

                                                                                                          Museo de Emily Dickinson

 ¿Es mejor  la una que la  otra? No me lo parece. He escuchado y leído torrentes de palabras que se ensartan perfectas en la trama del relato. He oído y leído textos, frases breves de una contundencia y eficacia, como un mazazo en la cabeza. Antonio Muñoz Molina escribe en El País de España:

La brevedad entrecortada y telegráfica de un poema de Emily Dickinson es y no es el reverso de las amplitudes fluviales de Walt Whitman. En los versos de Dickinson, y mas todavía en sus cartas, la concisión deja entrever secretas erupciones. En su retiro de Amherst, en el espacio confinado de su jardín, Dickinson está tan abierta a la percepción del mundo como Whitman en sus caminatas de pionero por Nueva York. Y en las cataratas verbales de Whitman, que parecen dictadas por el puro brío y el entusiasmo físico de caminar entre una multitud, no hay ni un residuo de palabrería, ni de vaguedad ni de autoindulgencia: tantas palabras en apariencia arrojadas al azar están cada una en su sitio. En el caleidoscopio innumerable de sus imágenes de América y de sí mismo.



En la cotidianidad, aprendemos pronto a identificar a las personas por su relación con la locuacidad o el laconismo. Y al igual que en el ejemplo de Muñoz Molina, todo depende de quién sea el portador del mutismo o  de la verbosidad. En todo caso, nada mas grato que escuchar a quien tiene el don de la palabra, al igual que no hay mensaje mas contundente que el silencio.

 Woody Allen, el director de cine norteamericano, es maestro de la ironía en pequeñas frases. Veamos: 

Si quieres hacer reír a Dios, háblale de tus planes. 

Parece que el mundo se dividió en personas buenas y malas: las buenas dormían bien, mientras que las malas disfrutaban de la vigilia.

Si los seres humanos tuviésemos dos cerebros, seguro que haríamos el doble de tonterías.


                                                                                              Parque Walt Whitman, Downtown Brooklyn

¿El cerebro? Es mi segundo órgano favorito.

Odio la realidad, pero es el único sitio donde se puede comer un buen filete.

El sexo sin amor es una experiencia vacía; pero como experiencia vacía, es una de las mejores.

Lo quiero como a un hermano: como Caín a Abel.

Brevedad y verbosidad están ahí, nos abren o cierran caminos, nos ofrecen paraísos de abundancia o desiertos de inmensidad. Dos maneras de llenar los vacíos de la razón.

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