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sábado, 21 de septiembre de 2024



HABLEMOS DEL AMOR

¿Qué es aquello que es objeto de tribulaciones y alegrías, algo indispensable y vilipendiado, objeto del arte y de la crónica rosa y roja, asunto sin el cual no es posible vivir? La respuesta surge espontánea, sin ambages: el amor.

¿Y qué es el amor? Vaya usted a aventurarse en la selva de definiciones todas a cual mas elocuentes y contradictorias, pues a los sesudos análisis de los expertos debemos sumarle siete mil millones mas que corresponden a toda la especie humana. Por lo tanto, evitaré la mía y mas bien me referiré a una mujer que , además de filósofa fue escritora: Iris Murdoch. 

Dado que hoy impera un discurso crítico sobre el amor y al hecho de que la espontaneidad ha sido desterrada en aras del consentimiento, vale la pena considerar lo que Murdoch pensaba:

Para Murdoch ese algo es un faro, una luz inaprensible, cálida y viva, ubicada en muchas partes a la vez, por mucho que se empeñen en negarlo los más agoreros. Y hay que echar mano de él. “Necesitamos una filosofía moral en la que el concepto de amor, tan raramente mencionado hoy por los filósofos, se haga central de nuevo”, alerta en La soberanía del bien (Taurus, 2019). Sea lo que sea, el rastro del amor está presente en actos cotidianos como el de intentar comprender, en el esfuerzo por no hacer daño, en los cuidados, en el gesto que busca alegrar a otros, en la querencia por un paisaje o la misma vida, a veces tan insoportablemente misteriosa. “El amor nombra tantas cosas distintas que uno se pregunta por qué se clasifican juntas”, decía también Murdoch(el amor a través de la filosofía de Iris Murdoch, Mar Padilla, El País).

Como se acerca el mes del amor y la amistad y el amor de pareja se erige  sobre los otros, vale la pena preguntarnos:¿Cómo se entiende el amor en nuestro tiempo? ¿Qué pervive del amor romántico? ¿Seguimos aspirando al amor eterno? ¿Es posible hablar hoy de monogamia?

Amor es un punto que conecta con el deseo, el cuerpo, la moral, la norma, las rupturas y el consumo. Todos esos puntos cambian con el tiempo y el amor como noción se transforma, en un juego entre lo absoluto amoroso y las demandas de cada época. Amor es un asunto que tiene que ver con la especie, con la genética. Amor es el pez enjabonado, imposible de asir. EL amor es dulce y el dulce daña los dientes. El amor es agrio y nos fortalece.


Lo curioso: a pesar de tantos cuestionamientos, ahí sigue, campante, con nuevas ropas. De la posesión como prisión al poliamor, de la presencia ineludible del género en las nuevas definiciones del amor, del cuerpo como posesión a la aventura de los sentidos. 

Hay algo inasible, etéreo, que vuela sobre nuestras cabezas y nos convierte en faunos ansiosos de rozar la eternidad. El paraíso en la tierra.

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