Las formas alternativas de vida representan una opción importante en las sociedades. Ante el discurrir de las normalidades, de la vida que se ha definido de antemano y solo queda ejecutar, alguien, un grupo, decide romper las convenciones. No a la normalidad impuesta: vivir encaramados en un árbol, meditando, como una rama del árbol; encerrados en un monasterio, dedicados a la meditación y la oración o recorriendo desnudos una región, un país, durmiendo donde los coja la noche; un grupo nómada preocupado de hacer daño a los microbios barre el paso por donde transitan, otros buscan la selva para establecer su hogar o eligen vivir en carros adaptados en los que duermen, cocinan y se transportan.
También son alternativos los que compran una vivienda lujosa en un condominio, aislados del resto por una cerca eléctrica, los que viven en edificios de apartamentos controlados por vigilantes acuciosos. La diferencia no la ponen los raros. Todos somos alternativos a nuestra manera.
Estos últimos, los tradicionales, no cuestionan el sistema; son adalides del modelo capitalista y lo que desean es separarse del común de los mortales, ellos, los privilegiados. Los alternativos reniegan de estilos de vida que consideran contrarios a formas de vida mas comunitarias y menos consumistas. La contracultura, que tiene su máxima expresión en los Estados Unidos.
Allí cohabitan los "hobos", trabajadores migratorios que toman largas vacaciones pero siempre regresan al trabajo; los "tramps", que buscan la forma de no trabajar, solo quieren viajar, desplazarse; Los "bum", no trabajan ni viajan; Los que son desplazados por el sistema y deben rebuscarse la vivienda- en vehículos, parques, refugios, en trenes-, las comunas, personas unidas por un ideal de vida.
No son nuevas estas formas de vida contraculturales; a lo largo de la historia humana han surgido personas y grupos inconformes con el estado de cosas existente que buscan otras alternativas para vivir de acuerdo con sus ideales. Por otra parte, existen millones de personas en el mundo obligadas a desplazarse y adaptarse a nuevas situaciones por guerras, pobreza, represión.
Adán y Eva fueron expulsados del paraíso y como castigo se les impuso por mandato divino ganarse el pan con el sudor de la frente. Acaso el castigo mayor haya sido dudar de manera permanente ante lo que significa vivir juntos, de allí la búsqueda incansable de paraísos terrenales, tan inasibles como el primer paraíso.
Es bueno salir un poco del confort y experimentar nuevas vivencias, claro que hay personas en éste momento del mundo que se vieron abocados a vivir de forma diferente no por su libre decisión.
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