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sábado, 8 de mayo de 2021



 LOS LAZOS DÉBILES

 Allá, por las décadas de los años 60 y 70, la tiendas ostentaban el honor  de ser  segundos hogares, lugares de obligatoria visita,  espacios de encuentro e intercambio de información sobre nuestros vecinos y amigos, suerte de costurero donde se ventilaban las historias trágicas, románticas, picantes de los habitantes del barrio o de la cuadra mientras se realizaban las compras de víveres, espacios donde realizábamos los aprendizajes vitales de sabores y olores , amistades y amores, odios y devociones. Los tenderos eran confidentes, depositarios de secretos arrojados al viento, notarios de las dichas y desdichas de la gente, consejeros gratuitos y vendedores al fiado. Hoy, las tiendas sufren la arremetida de nuevas propuestas comerciales y desaparecen del paisaje de pueblos, veredas y ciudades.


Mark S. Gronever ha hablado de los lazos débiles:

Para Gronever, nuestra red de lazos débiles son las relaciones difusas-el universo de esa categoría que solemos denominar "conocidos"- de nuestra vida: la señora que atiende la fonda donde comemos, el mesero que nos sirve el café por la tarde,  la chica de la recepción o el señor que hace aseo en las áreas comunes.  También son esas personas a las que no conocemos propiamente, pero hemos visto en algunos conciertos, paseando con sus perros por la colonia  o haciendo la compra en el mercado. Son personas que no consideramos  de nuestro "círculo cercano", pero con las que somos básicamente amigables. Ese círculo "externo" es vital para nuestra salud social y también nos hemos visto privados de él (Cynthia Ramírez, Letras Libres,  Los lugares que perdimos. Los años de "gloria").

Al igual que las personas, "en esta pandemia hay una pérdida adicional de la que no hemos hablado tanto (o solo hablamos de ella desde el punto de vista económico), y es la de los lugares que sentíamos como nuestros, que eran nuestro refugio, nuestro punto de salvación- y no lo digo por el mousse de chocolate, el vino y el café expresso que sirven-" (Cynthia Ramírez..). 

La existencia humana abreva en espacios invisibles, reconocidos cuando se pierden. El deambular cotidiano traza los mapas e imprime los trazos de la vida social de manera inconsciente. Cada persona realiza los recorridos que le brindan solaz, alegría, confianza,  miedo o  extrañeza. Cada encuentro perfila los moldes de las identidades, cada esquina, cada local, cada casa afianza la seguridad y nos genera lazos afectivos, perceptibles cuando nos alejamos, cuando alguien marcha a otro lugar. "Como dice Gastón Bachelard, todo espacio realmente habitado lleva la esencia de la noción de hogar" (Cynthia Ramírez).


Anhelo, como muchos,  el momento en que pueda volver a sentarme con mis amigos en los lugares habituales, volver a dialogar sobre las cosas terrenales que tanto me gustan, disfrutar una copa de licor en medio del jolgorio que significa volver a sentirnos parte de un rebaño indomable y vibrar frente al movimiento de gentes.

(Las imágenes forman parte de la producción pictórica de Alejandro Obregón).

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