LA FAMILIA: MAS QUE UN TESORO
En tiempos difíciles, la familia- sea cual sea su característica- emerge como bastión de seguridades y sosiego, en especial cuando las circunstancias obligan a sus miembros a estar separados.
Son numerosos los relatos de gestas anónimas realizadas por personas y grupos que emprenden viajes de retorno a sus países, en condiciones extremadamente difíciles para reencontrarse con sus seres queridos.
Juan Manuel Ballesteros, un argentino de 47 años, varado en Portugal por el coronavirus, sintió el temor de estar cerca del fin del mundo, alejado de su familia y en especial de su padre, próximo a cumplir 90 años. Así que decidió emprender el viaje de regreso a su país a bordo de un pequeño barco de vela, nos cuenta Daniel Politi en el New York Times del 28 de junio de 2020.
A lo largo de 85 días, Ballesteros navegó el océano Atlántico en medio de tormentas, hambre, sed y el riesgo de ser devorado por sus aguas turbulentas y peligrosas. También nos relata que un grupo de delfines lo acompañó a lo largo de dos mil millas.
Muchas estuvo a punto de flaquear y pensó que su final estaba cerca. Un día, una ola lo arrastró y lo llevó lejos de su itinerario,, por lo que el viaje se prolongó diez días mas de lo esperado. Otro día, presa de una fuerte depresión, observó un ave, la cual se acercó al bote: era un Skua. Ballesteros consideró esta hecho una buena señal, pues su bote lleva el nombre del ave visitante.
Hoy vi a un hombre llevando a su bebé de pocos meses en un coche por la Ruta del sol que pasa por Guaduas. A sus espaldas, cargaba un bolso pesado y se veía agotado. Su destino: Venezuela. Al igual que él, miles de venezolanos intentan regresar a su país, acudiendo a la ayuda de gentes por el camino.
Cuando las dificultades nos agobian y sobre el mundo se ciernen amenazas reales, buenos son afectos. Ese bálsamo delicado, mas efectivo que un cofre de oro.
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