DE BARNICES Y REMIENDOS
Solemos acudir a toda clase de explicaciones para interpretar los hechos y las circunstancias que vivimos. En el último post manifesté mi incertidumbre ante el cúmulo de ideas explicativas sobre nuestro devenir. Y manifesté que en el fondo, los humanos hemos sido siempre los mismos, con maquillajes y ropajes siempre diferentes. Señala Pedro Adrián Zuluaga en el mismo artículo de El Tiempo sobre Haneke: Como una mezcla de buñuel y Hitchcock reencarnados, Haneke, quien acaba de cumplir 70 años, nos machaca con la idea de que la cultura no nos protege más que con un superficial barniz de impostura, que el amor no nos salva y solo se consuma en la muerte, que la familia es un infierno y que el mal acecha siempre más cerca de lo que presentimos".
O dicho de otro modo, que aquello por lo que solemos encontrarle sentido a la vida es, por el contrario, la fuente de los males y los sufrimientos de la humanidad. Bastantes ejemplos se pueden tomar para ilustrar esta idea: el pueblo con mayor desarrollo cultural a comienzos del siglo XX, Alemania, desencadenó dos guerras mundiales; los divorcios, separaciones, conflictos, abusos se presentan en el ámbito familiar; las élites en el poder masacran a la población para perpetuarse en el poder-Siria y un largo etcétera--.
Si las cosas son de este tenor,¿qué nos queda entonces? Me parece que al lado del horror descrito, existen zonas de la condición humana que nos reconfortan: las luchas por la preservación de especies animales y vegetales, las organizaciones que intervienen para detener la represión de actores violentos, la búsqueda de mejores condiciones de vida de las personas, las muestras cotidianas de amor por aquellos que lo necesitan-desde los hijos hasta el amigo-,el deleite que produce la tecnología para ampliar la frontera sensible de los humanos, la capacidad de sentir y de sorprendernos ante la naturaleza y el mundo.
Mi perspectiva consiste en pensar a la humanidad como un actor que un día representa una comedia cinematográfica; otro, una tragedia. Una sinfonía compleja que aporta los matices para vivir, llena de movimientos lentos, suaves en un momento; luego, el matiz dramático, la tensión.
De los cambios ocurridos en los últimos tiempos, me seduce la visión planetaria que acompaña la reflexión sobre la ciencia, la cultura y la política. De visiones estrechas, asociadas al nacionalismo, emergen enfoques globales, en consonancia con el rechazo a las identidades de raza,religión, partidos, naciones. Nunca antes en la historia de la humanidad se había experimentado con tanta fuerza el sentido universal y conectado de hechos y acontecimientos particulares. No significa esto que afirme la desaparición de los estados. A pesar de los mismos, hemos aprendido a traspasar fronteras ideológicas asociadas con nociones de patria, nación y otras hierbas de la misma clase para ampliar el grado de comprensión de problemas que atañen a la humanidad misma.
La literatura encuentra un campo propicio para su existencia en el hecho de que los individuos poseen esa complejidad que hace incompletos los abordajes de otras disciplinas. Su "objeto de estudio" tiene que ver con la circunstancia de que no hay nada más difícil de aprehender que la vida de los seres humanos. Pienso en la escritora canadiense Alice Munro, maestra insuperable en recomponer los fragmentos de la existencia cotidiana.
Siempre sucede lo mismo. El guerrero que en el reposo de su tienda exhibe sus miserias y depende de ese ser insignificante, su ayudante, quien lo lava y le cura sus heridas y escucha con paciencia las quejas del todopoderoso despojado de su orgullo. Ah gusto el que le saco a la lectura de Memorias de Adriano, la bella novela de Yourcenar, tan sugerente a la hora de mostrar la complejidad que hace de nuestras vidas un enredo imposible de arreglar.
Bueno, durante dos semanas dejaré de escribir posts en este blog-cosa de vacaciones-, y espero volver a compartir con ustedes mi "carreta" pronto.