Un rasgo común a todos los mortales consiste en atender los cánones establecidos socialmente y procurar seguir sus reglas-si es posible-. Hace ya muchas décadas, los niños memorizaban el CATECISMO DEL PADRE ASTETE, guía espiritual en forma de preguntas y respuestas, entre las cuales recuerdo una : ¿Cuáles son los enemigos del hombre? El mundo, el demonio y la carne. En el aprendizjae de la historia, hubo un libro que determinó nuestra visión infantil y juvenil en buena parte del siglo veinte en Colombia: La Historia de Colombia, de Henao y Arrubla, sucesión magnificada de la vida y obra de héroes predestinados por la divina providencia a salvar a la república de las hordas españolas, aunque en cada línea se respira un exceso de hispanismo que ni los mismos españoles son capaces de pensar-joder-.
A comienzos de los años ochenta del siglo pasado, se abrió paso una tendencia desacralizadora, liderada por los estudios culturales, que custionaba los cánones como formas de dominación capitalista. La hegemonía del canon obedecía a imposiciones del capitalismo, por medio de las cuales una clase imponía sus valores y cosmovisiones del mundo, en desmedro de sectores invisibles como los negros o los homosexuales. Una cascada de estudios exploró el papel de las minorías en los procesos de independencia de los países, abordó el tema de la mujer, la sexualidad, cuestionó valores que se consideraban perennes en las sociedades.
En la literatura, el análisis se enfocó en el tratamiento de las minorías, la mujer, la lucha de clases y todos los aspectos que han configurado formas de dominación e ideologías excluyentes. Una corriente de orientación francesa, que basó el estudio y la crítica literarias en el análisis semiótico se apoderó de los departamentos de literatura y convirtió el ejercicio de la crítica en análisis comprensibles solo para iniciados.
A comienzos de los años ochenta del siglo pasado, se abrió paso una tendencia desacralizadora, liderada por los estudios culturales, que custionaba los cánones como formas de dominación capitalista. La hegemonía del canon obedecía a imposiciones del capitalismo, por medio de las cuales una clase imponía sus valores y cosmovisiones del mundo, en desmedro de sectores invisibles como los negros o los homosexuales. Una cascada de estudios exploró el papel de las minorías en los procesos de independencia de los países, abordó el tema de la mujer, la sexualidad, cuestionó valores que se consideraban perennes en las sociedades.
En la literatura, el análisis se enfocó en el tratamiento de las minorías, la mujer, la lucha de clases y todos los aspectos que han configurado formas de dominación e ideologías excluyentes. Una corriente de orientación francesa, que basó el estudio y la crítica literarias en el análisis semiótico se apoderó de los departamentos de literatura y convirtió el ejercicio de la crítica en análisis comprensibles solo para iniciados.
Una herramienta central para la imposición del canon ha sido el libro. Con el adevenimiento de las nuevas tecnologías, las maneras de asumir los modelos y tendencias culturales sufrieron un cambio radical. Una democratización de las opiniones por medio de las redes sociales y la heterogeneidad de posibilidades expresivas que conducen al surgimiento de tribus urbanas han transformado el escenario social. De los análisis elaborados por expertos, difundidos a través de los medios, especialmente los escritos, se ha pasado a la pluralidad de voces que expresan en la red sus puntos de vista. En muchas ocasiones, estas opiniones carecen de rigor, son emotivas y tienden a desvirtuar a las personas agrediéndolas verbalmente.
¿Qué pasará con la crítica profesional ante el panorama descrito? No hay duda de que la crítica que orienta a los lectores y desbroza la maleza que invade la red es necesaria para ofrecer perspectivas, mostrar caminos, derribar mitos comerciales y descubrir tendencias y autores significativos en las culturas del mundo. Creo que poco a poco se irán estableciendo dominios confiables a los cuales acudir en busca de orientación cuando se trate de desbordar la ligereza que pulula en la red.
(Babelia País publicó unos textos sobre el tema del canon, los que me motivaron a consignar estos balbuceos, así que para conocer mejor sobre este tema, los invito a visitar su página en la red. Además, publican allí información variada sobre la Feria Internacional del Libro de Guadalajara).
(Babelia País publicó unos textos sobre el tema del canon, los que me motivaron a consignar estos balbuceos, así que para conocer mejor sobre este tema, los invito a visitar su página en la red. Además, publican allí información variada sobre la Feria Internacional del Libro de Guadalajara).
A mí lo que me gusta de la red es la falta de control, o mejor, lo difícil que resulta controlarla. La concepción de internet es genial porque es descentralizada. En cada punto está el poder necesario para ser un consumidor y un productor con una inversión no tan alta.
ResponderEliminarA mí me parece excelente que haya espacios en los que la gente diga cosas, aún sin tener mucho fundamento. Estoy de acuerdo hasta cierto punto en que hay que tener acuerdos, y que la calidad es un punto en contra de la total libertad.
Pero lo que me molesta es que detrás del discurso de la calidad se esconden intereses elitistas de los grupos sociales. Por ejemplo, se crean sistemas en los que toca pagar carísimo para obtener algo de "calidad". Pague para descargar un artículo que viene de las mejores revistas del mundo, etc.
Se crean así focos de exclusión que son capaces de repetir y de agudizar las ya existentes inequidades sociales. Sin embargo, yo confío en nosotros, en nuestra capacidad de raciocinio. A veces prefiero que no me orienten. Que no me digan qué es la calidad, ya juzgaré yo mismo qué me sirve y qué no. Yo se que el comentario es extremo, pero no es extremo también el control que quieren ejercer sobre los ciudadanos las multinacionales y los gobiernos? No será que no necesitamos más profetas ni profecías?