SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ Y MARGUERITE YOURCENAR: LA PASIÓN POR EL CONOCIMIENTO
Marguerite Yourcenar, la extraordinaria escritora de origen belga, hizo del viaje el medio idóneo para explorar el universo. Sor Juana Inés de la Cruz, reducida a las cuatro paredes de una celda conventual, dio rienda suelta a la pasión por el conocimiento que la llevó a ser la más grande poetisa de América Latina. Desde niñas, dieron ambas muestras de un talento excepcional. Una, en contacto con el inglés, el italiano, el latín y el griego. La mexicana, a los tres años aprendió a leer y escribir y desde temprana edad deslumbró a la corte con su inteligencia y erudicción, al punto que la marquesa de Mancera la tomó a su servicio a la edad de catorce años. Yourcenar manifestó desde muy joven su atracción por las mujeres. Sor Juana Inés prefirió el convento como el único medio para escapar a una vida cuyo destino ineludible era el matrimonio.
Alejadas en el tiempo, Yourcenar y Sor Juana Inés de la Cruz me parecen dos ejemplos de sensibilidades que con notable erudicción abarcaron géneros y temáticas propias de sus épocas. Loas, entremeses, cartas, sonetos, redondillas formaron parte del caudal de textos que la nativa de Neplanta escribió a lo largo de su vida. Cuentos, novela, ensayos constituyeron la fuente creativa de Yourcenar, cuyo núcleo lo constituye su pasión por los lugares:Oriente, Grecia, Roma.
Muestra de la pasión por el conocimiento que sentía Sor Juana Inés de la Cruz es la "Respuesta a Sor Filotea", escrito en el que describe de manera iluminada su amor por el conocimiento:
-Lo que sí es verdad que no negaré (lo uno porque es notorio a todos, y lo otro porque, aunque sea contra mí, me ha ha hecho Dios la merced de darme gra ndísimo amor a la verdad) que desde que me rayó la primera luz de la razón, fue tan vehemente y poderosa la inclinación a las letras, que ni ajenas reprensiones -que he tenido muchas- han bastado a que deje este impulso natural que Dios puso en mí...
-Empecé a deprender gramática, en que creo no llegaron a veinte las lecciones que tomé, y era tan intenso mi cuidado, que siendo así que en las mujeres-y más en tan florida juventud-es tan apreciable el adorno natural del cabello, yo me cortaba de él cuatro o seis dedos, midiendo hasta dónde llegaba antes, e imponiéndome ley de que si cuando volviese a crecer hasta allí no sabía tal o tal cosa que me había puesto deprender, en tanto que crecía , me lo había de volver a cortar en pena de la rudeza.
-No hay cosa más bella que elentendimiento humano. Si lo que Dios no violenta, ¿por qué yo he de violentarlo?
De la Yourcenar, recuerdo el estremecimiento interior que me produjo la lectura de uno de los libros más bellos y hondos que se han escrito, MEMORIAS DE ADRIANO, novela epistolar que desgaja pensamientos de un mundo pagano a punto de desaparecer, deudor del mundo griego, antes de la posesión definitiva del cristianismo:
-...he llegado a la edad en que la vida, para cualquier hombre, es una derrota.
-He soñado a veces con elaborar un sistema de conocimiento humano basado en lo erótico, una teoría del contacto en la cual el misterio y la dignidad del prójimo consistirían precisamente en ofrecer al Yo el punto de apoyo de ese otro mundo. En una filosofía semejante, la voluptuosidad sería una forma más completa, pero también más especializada, de este acercamiento al Otro, una técnica al servicio del conocimiento de aquello que no es uno mismo.
Imagino a Sor Juana Inés en su celda. Ha caído la noche y el silencio se apodera del convento. Dichosa, se dirige a su biblioteca. Toma un libro con reverencial amor. Abre sus páginas y ante sus ojos se desenvuelve el paraíso, tapizado de símbolos. A su lado, la virgen sonríe. Y extiende su velo para resguardarla del frío.
Marguerite Yourcenar, la extraordinaria escritora de origen belga, hizo del viaje el medio idóneo para explorar el universo. Sor Juana Inés de la Cruz, reducida a las cuatro paredes de una celda conventual, dio rienda suelta a la pasión por el conocimiento que la llevó a ser la más grande poetisa de América Latina. Desde niñas, dieron ambas muestras de un talento excepcional. Una, en contacto con el inglés, el italiano, el latín y el griego. La mexicana, a los tres años aprendió a leer y escribir y desde temprana edad deslumbró a la corte con su inteligencia y erudicción, al punto que la marquesa de Mancera la tomó a su servicio a la edad de catorce años. Yourcenar manifestó desde muy joven su atracción por las mujeres. Sor Juana Inés prefirió el convento como el único medio para escapar a una vida cuyo destino ineludible era el matrimonio.
Alejadas en el tiempo, Yourcenar y Sor Juana Inés de la Cruz me parecen dos ejemplos de sensibilidades que con notable erudicción abarcaron géneros y temáticas propias de sus épocas. Loas, entremeses, cartas, sonetos, redondillas formaron parte del caudal de textos que la nativa de Neplanta escribió a lo largo de su vida. Cuentos, novela, ensayos constituyeron la fuente creativa de Yourcenar, cuyo núcleo lo constituye su pasión por los lugares:Oriente, Grecia, Roma.
Muestra de la pasión por el conocimiento que sentía Sor Juana Inés de la Cruz es la "Respuesta a Sor Filotea", escrito en el que describe de manera iluminada su amor por el conocimiento:
-Lo que sí es verdad que no negaré (lo uno porque es notorio a todos, y lo otro porque, aunque sea contra mí, me ha ha hecho Dios la merced de darme gra ndísimo amor a la verdad) que desde que me rayó la primera luz de la razón, fue tan vehemente y poderosa la inclinación a las letras, que ni ajenas reprensiones -que he tenido muchas- han bastado a que deje este impulso natural que Dios puso en mí...
-Empecé a deprender gramática, en que creo no llegaron a veinte las lecciones que tomé, y era tan intenso mi cuidado, que siendo así que en las mujeres-y más en tan florida juventud-es tan apreciable el adorno natural del cabello, yo me cortaba de él cuatro o seis dedos, midiendo hasta dónde llegaba antes, e imponiéndome ley de que si cuando volviese a crecer hasta allí no sabía tal o tal cosa que me había puesto deprender, en tanto que crecía , me lo había de volver a cortar en pena de la rudeza.
-No hay cosa más bella que elentendimiento humano. Si lo que Dios no violenta, ¿por qué yo he de violentarlo?
De la Yourcenar, recuerdo el estremecimiento interior que me produjo la lectura de uno de los libros más bellos y hondos que se han escrito, MEMORIAS DE ADRIANO, novela epistolar que desgaja pensamientos de un mundo pagano a punto de desaparecer, deudor del mundo griego, antes de la posesión definitiva del cristianismo:
-...he llegado a la edad en que la vida, para cualquier hombre, es una derrota.
-He soñado a veces con elaborar un sistema de conocimiento humano basado en lo erótico, una teoría del contacto en la cual el misterio y la dignidad del prójimo consistirían precisamente en ofrecer al Yo el punto de apoyo de ese otro mundo. En una filosofía semejante, la voluptuosidad sería una forma más completa, pero también más especializada, de este acercamiento al Otro, una técnica al servicio del conocimiento de aquello que no es uno mismo.
Imagino a Sor Juana Inés en su celda. Ha caído la noche y el silencio se apodera del convento. Dichosa, se dirige a su biblioteca. Toma un libro con reverencial amor. Abre sus páginas y ante sus ojos se desenvuelve el paraíso, tapizado de símbolos. A su lado, la virgen sonríe. Y extiende su velo para resguardarla del frío.
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