¿En qué se parecen una estación de gasolina a la medianoche y un sastre? La luz de la estación no logra romper el encanto de la noche. Ruidos de grillos son perceptibles en medio de una autopista callada. La premura, el ruido de los carros han sido reemplazados por un interregno en el que el vacío es el rey. Los pocos vehículos en movimiento parecen seres fugaces que se esconden de las sombras. Por un momento, el símbolo del movimiento urbano ha quedado en suspenso.
Casi siempre en suspenso. La máquina Singer mueve perezosa sus poleas. Hace tiempos que las correas envejecen esperando que el sastre oprima el pedal, y que los hilos se aferren en las prendas. El hombre mira la calle. Los transeuntes pasan sin mirar. Estos tiempos prolongados son interrumpidos por la angustia. El hombre piensa y sufre. Inmóvil, su corazón late apresurado. Otro día. De muchos días. Igual que el incesante tráfico, que no da respiro. Su vida es una estación de gasolina a la medianoche.
...Y está el encanto de la noche, y el sonido de los grillos. Y también los hilos de colores.
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