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sábado, 22 de marzo de 2025



 PEDIR UN FAVOR

Pasan los días pensando en pedir un favor. La mente navega buscando la mejor estrategia. La incomodidad, la preocupación acompañan el proceso. A veces el sueño se muestra esquivo y cierta agitación acelera el pulso. La ansiedad entra como Pedro por su casa y y se apodera de nuestra tranquilidad sin remedio.

 El cuerpo se muestra inquieto, hay incomodidad y la incertidumbre ronda por nuestra cabeza. Frente a la persona a quien vamos a acudir, nos sentimos  avergonzados. ¿Me hará el favor? Se piensa mientras fluyen por entre piedras las palabras. Luego, a esperar la respuesta. Algunas veces encontramos a alguien generoso que sin dudar nos dice: por supuesto. Otras, la disculpa: estoy mal, sucede que, es que..


Pedir favores es algo inevitable. Y molesto, para quien lo pide y para el posible solucionador. En cualquier momento se acude a alguien y esta costumbre se convierte en una cadena de solidaridades que forma parte del entramado de una sociedad donde la ayuda, el gesto solidario alivian las necesidades de la gente. Todos sin excepción guardamos en nuestras mentes el recuerdo de aquella, de aquel que supo darnos la mano cuando lo necesitábamos.

Dicen que hacer favores es el camino expedito para ganarse enemigos. Cierto, en ocasiones. Hay pedidores de favores profesionales que hacen de este recurso una manera de vivir. Esos no tienen remedio. 

El favor mas bello lo escribió Jairo Aníbal Niño:

¿Me haces un favor?

-¿Qué clase de favor?

-¿Quieres tenerme mis avioncitos durante todo el recreo?

-¿Durante todo el recreo?

-Sí. Es que tú eres mi cielo.







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